CNEIP
VOLUMEN  6  |   NÚMERO Migraciones  |  2024

Reflexiones de Actualidad
CNEIP
Reflexiones de una Hija Migrante con una Madre Inmigrante
Reflections of a Migrant Daughter with an Inmigrant Mother
DOI  https://doi.org/10.62364/cneip.6.2024.214
Génesis María Alvarado Valdovinos
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Citación
Alvarado-Valdovinos, G. M. (2024). Reflexiones de una Hija Migrante con una Madre Inmigrante. Enseñanza e Investigación en Psicología Nueva Época, 6(Migración), 195-196. https://doi.org/10.62364/cneip.6.2024.214

Artículo  enviado 08-09-2023,   aceptado 31-10-2023,   publicado 26-02-2024.  

Resumen
En el siguiente relato podrás ver mi experiencia con la migración desde la infancia, ya que mi madre migró a Estados Unidos para buscar una mejor vida para su familia. A través de esta experiencia, se desarrolla la empatía y conciencia sobre los desafíos y sacrificios que enfrentan los migrantes y sus familias. Destacando la importancia del apoyo emocional y la comprensión mutua en estos procesos, buscando inspirar a otros a ser más compasivos y solidarios con quienes atraviesan situaciones similares.

Palabras clave
migración ,familia, madre


Abstrac
In the following narrative, you will glimpse into my experience with migration since childhood, as my mother migrated to the United States in search of a better life for our family. Through this experience, empathy and awareness about the challenges and sacrifices faced by migrants and their families are cultivated. Emphasizing the importance of emotional support and mutual understanding in these processes, aiming to inspire others to be more compassionate and supportive towards those undergoing similar situations.

Keywords
migration, family, maternal figure


No conocía a profundidad el tema de “migración”, hasta que migré a otro estado para seguir preparándome profesionalmente. Fue en la universidad que conocí el trasfondo de la migración, por lo que me llené de curiosidad en el tema, especialmente porque mi mamá Nora se encontraba en Oklahoma, Estados Unidos de América (EUA), desde que yo tenía cuatro años de edad.


Lo poco que recuerdo de cuando era niña es que cada cumpleaños mi mamá me llamaba por teléfono para felicitarme, decirme lo mucho que me amaba y finalizaba esas llamadas diciendo: “recuerda que estoy acá para darte una mejor vida”. Para ella y toda la familia materna era muy importante su estadía en EUA, ya que mis abuelos y yo dependíamos de las remesas que ella nos mandaba.


Mi madre era una mujer valiente que, con tan sólo 21 años de edad, decidió migrar de Pantla Zihuatanejo de Azueta, Guerrero, hacia otro país (EUA) para darme una mejor vida, dejándome con mis abuelos maternos para poder comenzar ese viaje. Mi madre fue la primera integrante en migrar de una familia de siete hermanos, yéndose a una corta edad.  Y como he podido saber por mi formación profesional, estuvo expuesta a más peligros, ya que las mujeres migrantes corren más riesgos en el proceso del famoso cruce con el “coyote”, por el tema de las violencias estructurales con relación a la subordinación femenina en la sociedad, que nos coloca en una posición de mayor vulnerabilidad para ser víctimas de todo tipo de violencia, física, emocional, sexual y económica. Además de estos peligros, ella tuvo que enfrentar la llegada a un país donde no conocía a nadie, lo que seguramente complicó aún más su proceso. Sin embargo, eso no fue impedimento para continuar ese viaje que popularmente se considera voluntario, pero, que en realidad es forzado, dadas las desigualdades que se viven en México en términos de acceso a educación, salud y bienestar psicosocial en amplio sentido.


En casa, mis abuelos se mantenían en constante preocupación, por pensar en ese futuro incierto de mi madre, pero a su vez, estaban llenos de fe y añorando que lograra esa vida del sueño americano. Una vez establecida en Oklahoma, comenzó a mandar las remesas y en cada llamada que hablaba conmigo decíaNo estaré físicamente pero jamás te faltará el dinero para que tengas una buena vida, te amo y por ti estoy acá”. Y es así como fuimos creando nuestra rutina, cada cierto tiempo hablábamos; pero en esa edad, yo no comprendía todo lo que causaría en mí su gran ausencia. Pasaron los años y ella comenzó a llevarse a mis tíos, logrando que de siete hermanos se fueran tres, uno por uno. Mis familiares lograron establecerse y enviaban más remesas, por lo que en casa nos iba mejor, ya que teníamos mayor estabilidad económica.


En 2015 logré entrar a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo de la Facultad de Psicología en Morelia Michoacán, gracias al apoyo económico que permitió la migración de mi madre, fue entonces cuando comencé a ver el trasfondo de la migración dándome cuenta del dolor que causaba la ausencia de una madre en la infancia, aunque no lo comprendía a nivel emocional debido a que el amor nunca me faltó, porque mis abuelos me lo brindaron y saciaron esa parte, siendo así mi historia una muestra de que el amor puede llenarnos y venir de todos los que cuidan amorosamente y no solo de una madre.


A su vez yo comencé mi propio proceso como emigrante, cambiando de residencia de Pantla hacia Morelia, Michoacán, llegando a una ciudad completamente nueva y donde casi no conocía ni frecuentaba a nadie, así que supe lo que es tener que crear nuevos vínculos, estar lejos de la familia, sufrir por “estirar el dinero”, probar comida nueva (como las famosas corundas de ceniza), adaptarme a una forma de vivir diferente a la que aprendí en mi pueblo de origen. Con esa experiencia de migración propia supe lo que representa comenzar día con día a crear una nueva vida en otro lugar que no es el de origen, lo que a su vez me ayudo a desarrollar más reflexión y empatía ante la migración de mi madre.


En el año 2021 mi madre cayó enferma en EUA, por lo que decidió regresar a casa de mi abuela para tratarse en la ciudad de México. La relación que establecimos en su retorno fue de mucho respeto, sin embargo, a causa de la distancia fue difícil establecer una relación de confianza. Desafortunadamente, el 30 de junio del 2022 mi madre falleció, dejándonos un gran dolor, pero pensando que ella ya estaba descansando de una enfermedad lenta y dolorosa.


Ahora que ella no está en esta vida con nosotros, me doy cuenta que su ausencia dejó muchas cicatrices en mí, que los recursos psicológicos fungen un papel importante en los migrantes y en las personas que se quedan, que el contacto es primordial para mantener una “mejor relación”. Me doy cuenta que el proceso migratorio que mi mamá Nora atravesó no fue sencillo, que estuvo lleno de retos, cambios y adversidades y que hasta en su último aliento no se rindió.


Por lo que gradezco a mi madre que me haya enseñado con su migración a ser más sensible y consciente de todo lo que viven los migrantes, a ser una mujer independiente, responsable y, sobre todo, a confiar que cualquier sueño o meta que tenga la podré cumplir. Aunque no puedo comprender completamente todas las dificultades que enfrentó, estoy convencida que todo lo que ella y nosotros como familia vivimos fueron oportunidades para nuestro crecimiento, el descubrimiento y la construcción de un futuro mejor. Doy gracias a mi familia que logró aprender con la experiencia de migración a ser resilientes, tolerantes, solidarios y fortalecer los vínculos familiares.


Quiero decirles a otras personas que viven la migración en carne propia o a través de familiares cercanos que sean más empáticos con los procesos de cambio que atraviesan, que entiendan que esos cambios son esperados cuando hay experiencia de migración propia y/o en la familia. Y que incorporen la empatía y la comprensión mutua como elementos fundamentales para enfrentar los desafíos de manera más efectiva, que el sueño americano tiene costos muy altos, ya que ganar los “billetes verdes” no es fácil, que la migración es una experiencia que puede traer consigo una gama de emociones y obstáculos que hay que aprender a hacerles frente.


Me gustaría que este escrito ayude a todos esos hijos que, como yo, se quedan en su país de origen y que quizá han tenido que migrar de forma interna dentro del país por estudio y/o trabajo. Que ayude a los migrantes que, como mi mamá Nora, se han visto forzados a salir de su país, para irse al “Norte” como se dice popularmente, con la esperanza y el sueño de darles una mejor vida a sus hijos.


Quisiera que estas líneas que he compartido ayuden a cualquier persona que se tome el tiempo de leerlo y conectarse emocionalmente con las experiencias que he vivido y los aprendizajes que he logrado adquirir gracias a la valentía de mi madre y que también veo en mí misma. Que con este relato puedan reflexionar sobre la vida de una hija con madre migrante, que cuestionen y analicen, que aprendizaje tendrían si se encontraran en la misma situación. Que sean más empáticos con las personas que se quedan y si conocen a un migrante, le brinden ayuda o tan sólo un momento de escucha.

Referencias
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Correspondencia

María Alvarado Valdovinos. Correo electrónico: psicgenesis.val@gmail.com Tel. 755-101-76-52

* Gral. Francisco Villa #450. Colonia Dr. Miguel Silva. Morelia, Michoacán. C.P. 58120 Correo electrónico: psicgenesis.val@gmail.com Tel. 755-101-76-52
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