Universidad Autónoma de Baja California*
CIESAS-CDMX**
El concepto de “mujer en proceso migratorio” ha ido cambiado con el paso de los años, pues representa a aquellas mujeres que deciden migrar no sólo por razones económicas, sino para salir de una situación de violencia que sufren o de la que se sienten amenazadas (Serrano, 2019). Este tipo de movilidad cuando es dentro de un mismo país, se le conoce como desplazamiento forzado interno (DFI), el cual es una violación a los derechos humanos que se presenta cuando las personas se ven obligadas a huir de sus hogares como consecuencia o para evitar los efectos de una situación de violencia generalizada, conflicto armado, de desastres naturales o de catástrofes provocadas por el ser humano (Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos [CMDPDH], 2022).
Los desplazamientos forzados en las últimas décadas y la creciente participación de las mujeres dentro de los movimientos migratorios son actos relacionados estrechamente con la deslocalización del capital económico y la falta de protección a los derechos humanos (D’aubeterre et al., 2018). En América latina, se ha visualizado un incremento de personas centroamericanas obligadas a huir hacia el norte, ante la pobreza, la violencia extrema, la violencia de género, el abandono del Estado y el cambio climático; quienes son provenientes principalmente de Guatemala, Honduras y El Salvador (Canales & Rojas, 2018).
El desplazamiento forzado en México se intensificó después de la estrategia de seguridad pública implementada por el expresidente Felipe Calderón en 2007, pues la lucha contra grupos armados pertenecientes a bandas del narcotráfico y el crimen organizado han generado guerras civiles (Ruiz, 2021). Ya que, se identifica que las diferentes estrategias implementadas en operativos incrementaron y activaron eventos de violencia local, involucrando directamente a las poblaciones civiles (Salazar & Álvarez, 2018).
En México se identificaron qué 379, 322 personas fueron desplazadas en el año 2021 (CMDPDH, 2021). De acuerdo con el censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2020), se encontró que quienes cambiaron de vivienda o lugar de residencia para protegerse de la delincuencia, mayormente son mujeres (60%), con un promedio de edad de 36 años (Secretaría General del Consejo Nacional de Población, 2021).
El DFI afecta de manera negativa a todas las personas que la viven, sin embargo, no de la misma manera. En el caso específico de las niñas y las mujeres, ellas tienen mayor probabilidad de ser víctimas de violencia de género al sufrir agresiones sexuales, secuestros, ser obligadas a permanecer en la trata de personas y la explotación sexual, debido al contexto de inseguridad, inestabilidad y desprotección que implica el desplazamiento (Velázquez, 2017). Se identifica que la violencia de género ha estado presente desde la infancia de las mujeres en condición migratoria hasta su vida adulta (Mateo, 2018).
Barranza y Amalia (2021), observaron que el desplazamiento de las mujeres es una vía de escape ante todas las violencias e inequidades vinculadas a su identidad de género. Sin embargo, esta situación no las exceptúa de seguir viviendo actos violentos, ya que las instituciones gubernamentales no favorecen la protección de los derechos humanos ni la impartición de justicia, sumándole que las mujeres se enfrentan a las desigualdades patriarcales y exclusiones sociales (Silva & Alfaro, 2021).
Por otra parte, las mujeres desplazadas internacionalmente que se encuentran en México al querer ejercer sus derechos humanos frente a las autoridades o residentes legales de la comunidad no suelen ser protegidas de la misma manera que las mujeres mexicanas, entonces ellas suelen ser víctimas de violencia de género, discriminación, racismo y xenofobia (Peraza & Lizárraga, 2021). El impacto de dichas violencias es influido por su país de origen, el estrato socioeconómico, la dimensión familiar, su etnicidad y su nivel escolar (Ariza & Jiménez, 2022).
Con la finalidad de poder cruzar a los Estados Unidos las mujeres que se encuentran en condición de desplazamiento forzado se movilizan a las ciudades fronterizas del norte de México, con la intención de solicitar asilo político, en su espera muchas viven en albergues. Puesto que consideran que Estados Unidos es seguro y con instituciones consolidadas, es un lugar que visualizan como barrera para los agresores (Silva & Alfaro, 2021). No obstante, en el proceso de asilo ellas suelen enfrentar sentimientos de incertidumbre, discriminación y peligros de revictimización (Willers, 2020).
Aunado a lo anterior, los malestares emocionales de las mujeres están relacionados con el cumplimento de los roles y estereotipos de género; así, cuando las mujeres son desplazadas de sus hogares, se detonan estresores como la culpa por tener que dejar a sus hijos e hijas, el duelo por abandonar el núcleo familiar, el miedo a sufrir discriminación o violencia al viajar solas, entre otras (Eguiluz, 2021).
Ante los padecimientos provocados por la violencia y la carencia de espacios institucionales a los que acudir, las mujeres en condición de desplazamiento generan estrategias activas, individuales y colectivas, para preservar y proteger a otras (Florencia, 2021). Donde sus acciones en la lucha cotidiana contra las estructuras patriarcales y capitalistas son consideradas alternativas de transformación (Oliveira & Gómez, 1991).
Chela Sandoval (1991) teorizó sobre las estrategias de resistencia para explicar el proceso de transformación de las condiciones materiales de subordinación como motor de liberación (citada en Barbera, 2015), es decir que, son metodologías emancipatorias que reivindican las habilidades individuales y colectivas, con el fin de asegurar la supervivencia y generar cambios. La resistencia emerge como estrategia de supervivencia para comprender los desplazamientos de grupos de personas, ya que a través de este constructo se indaga las experiencias individuales de las mujeres (Eliçabe, 2020).
Las experiencias de las mujeres en condición de desplazamiento forzado se pueden abordar desde una perspectiva feminista, porque se analiza la información de la condición de género, donde se reconoce el orden patriarcal de manera explícita y crítica a los aspectos nocivos, destructivos, opresivos y enajenantes que se producen por la organización social basada en la desigualdad, la injusticia y la jerarquización política de las personas basada en el género (Lagarde, 2009).
En este proceso las mujeres van experimentando malestares emocionales que posiblemente las llevan a moverse de situaciones y lugares poco seguros. Las emociones son construcciones sociales que se aprenden en comunidad y que involucran juicios de valor, conceptos y normas compartidas (Jaggar, 1989 en Solana & Vacarezza, 2020). Por lo tanto, las emociones tienen el potencial explicar situaciones cotidianas de fragilidad y precariedad vividas por las mujeres y hacerse visibles en la sociedad, a través del diseño de nuevos espacios de imaginación y posibilidad, logrando en ocasiones cambiar el rumbo de acciones tendientes a invisibilizarlas y oprimirlas (Garcés-Estrada et al., 2021). Es decir, alentan a transformar experiencias de miedo, rabia y dolor en exigencias de justicia, reparación y garantías de no repetición frente a gobiernos omisos que buscan silenciarlas (Morales & López, 2022).
Por lo anteriormente expuesto, la presente investigación tuvo como propósito conocer las emociones y estrategias de resistencia, ante las violencias de género, de mujeres en condición de desplazamiento forzado en Tijuana. Por ende, se buscó responder a la pregunta ¿Cuáles son las emociones y las estrategias de resistencia, ante las violencias de género, de mujeres en condición de desplazamiento forzado en Tijuana?
Método
El presente estudio fue realizado desde un enfoque cualitativo, de tipo interpretativo debido a que se buscó desarrollar descripciones intensas, profundas y detalladas (Martínez-Salgado, 2012), a partir del trabajo con mujeres en condición de desplazamiento forzado, al captar el sentido que les dan a sus actos, sus ideas y al mundo que les rodea (Delgado, 2012).
La propuesta de investigación se realizó desde la mirada interseccional que propone María Lugones (2008), al considerar las cruzadas o imbricadas relaciones de poder que existen en los sistemas sociales-políticos, donde la denominación categorial no se debe separar, porque si no se estaría dejando un vacío de saberes (Viveros, 2016).
Participantes
Se contó con la colaboración de cinco mujeres en proceso de desplazamiento forzado, residentes de un albergue en Tijuana, Baja California. A continuación, en la Tabla 1, se muestran las iniciales de las participantes y sus características. Por cuestiones de confidencialidad se omiten nombres para preservar el anonimato de las participantes.
Tabla 1
Participantes
Inicial de su nombre | Años | Lugar de origen | Hijos o hijas | Ocupación en su lugar de origen | ¿Cómo se nombran? |
K | 49 | Honduras | 1 | Consultora de ventas | Mujer huyendo |
Ka | 34 | Michoacán | 2 | Mesera | Mujer migrante |
L | 36 | Sinaloa | 2 | Comerciante y tarotista | Mujer migrante |
B | 29 | Michoacán | 3 | Ama de casa | Mujer huyendo |
C | 31 | Aguascalientes | 3 | Empleada | Mujer huyendo o fugitive |
Técnicas de recolección de la información
Se acudió a un albergue de Tijuana bajo un trabajo voluntario e iniciar con la observación participante. La recolección de información se realizó a través del diario de campo, mediante el cual se buscó reconocer las tensiones que se generan durante el proceso de investigación con la finalidad de deconstruir lógicas binarias que se consideran opuestas, como teoría/práctica, intelecto/emocionalidad e investigadoras/sujetas de investigación (Cornejo, 2018).
Como técnica de recolección de información se elaboró una entrevista semiestructurada con las dimensiones encontradas en la literatura para explorar las emociones y resistencias ante las situaciones de violencia vividas durante el proceso de desplazamiento forzado. Posteriormente, se envió a dos expertas para su revisión, dando como resultado la guía de entrevista semiestructurada que utilizó para este estudio, la cual posibilitó la libre expresión de ideas y sentimientos, sin dejar de indagar sobre conocimientos, devenires, necesidades, opiniones, actitudes y expectativas de las personas, con la intención de recuperar la historia vivida de la participante (Delgado, 2012).
Procedimiento
Después de cinco semanas, de haber comenzado el trabajo de voluntariado de la primera autora, las mujeres del albergue entablaron una relación de confianza y de apertura. Se solicitó autorización a las personas responsables del albergue de iniciar con el trabajo de campo, posteriormente se presentó el proyecto a las mujeres donde se les invitaba a participar. Antes de iniciar la entrevista, se dio a conocer el consentimiento informado de manera oral, donde se especificó que su participación era voluntaria, la información sería tratada de manera confidencial y se protegería su identidad. Se les dio a conocer, que la entrevista sería audio-grabada y transcrita, para ser utilizada para fines académicos.
Se realizó el análisis cualitativo de contenido donde se buscó profundizar las experiencias, relatos e historias de las mujeres con relación al contexto social de los albergues (Andréu, 2019). Con la finalidad de obtener información sobre las emociones y estrategias de resistencia se definieron las siguientes categorías, las cuales están descritas en la Tabla 2.
Tabla 2
Categorías de análisis
Categorías | Subcategorías | Definición |
Violencia | Violencia generalizada | Violaciones masivas y sistemáticas de los derechos humanos (Organización de las Naciones Unidas (ONU), 2022) |
Violencia por parte del estado | Actos u omisiones de las y los servidores públicos de cualquier orden de gobierno que discriminen o tengan como fin dilatar, obstaculizar o impedir el goce y ejercicio de los derechos humanos de las mujeres, así como su acceso al disfrute de políticas públicas destinadas a prevenir, atender, investigar, sancionar y erradicar los diferentes tipos de violencia (Ley General de Acceso a las Mujeres a una vida libre de violencia, 2007). | |
Estrategias de resistencia | Redes de apoyo | Estructuras de soporte donde se dan intercambios materiales, informativos, simbólicos y de contención emocional, vitales en el mantenimiento del bienestar (Martínez et al., 2020). |
Capacidad de movilización | Estrategias de reagrupación (Camarero, 2022) | |
| Toma de decisiones | Proceso de individual o colectivo de valoración de alternativas |
Habilidades de comunicación | Capacidad de transmitir ideas y emociones para participar y resistir de forma efectiva en la interacción social (Buraschi & Aguilar, 2016) | |
Tareas de cuidado | Prácticas de atención a las necesidades personales (González, 2017) | |
Emociones | Nostalgia | Anhelo por situaciones o personas ausentes |
Dolor | Experiencia subjetiva de malestar emocional o psicológico |
Resultados
La principal causa que detona el desplazamiento forzado es la violencia generalizada, provocada por grupos de delincuencia, pandillas y narcotráfico (Khaallayoun, 2021). Algunas veces se llegan a representar a través de amenazas, hostigamientos y persecuciones. De acuerdo con el estudio de Pérez (2018), ante estas circunstancias las mujeres tienen que cambiar su rutina diaria, solicitar ayuda y tomar decisiones con la finalidad de mantener a salvo su vida o minimizar la intensidad de la violencia.
Esas alternativas que implementan y desarrollan las mujeres en condición de desplazamiento forzado, se definen como estrategias de resistencia (Camarena, 2020). Y se manifiestan por medio de la construcción de redes de apoyo, capacidad de movilización, toma de decisiones, habilidades de comunicación y tareas de cuidado.
Las redes de apoyo son estructuras de soporte donde se dan intercambios materiales, informativos, simbólicos y de contención emocional, vitales en el mantenimiento del bienestar (Martínez et al., 2020). En el proceso de desplazamiento forzado se identificó que la colaboradora K refiere haber solicitado ayuda por parte de autoridades. Como lo menciona en el siguiente diálogo:
Mi hijo el pequeño, él estaba jugando afuera cuando fue la primera vez llamado por las maras, que iba a ser reclutado, al principio yo creí que era una broma, pero ya viendo las noticias de que se estaban llevando a los chicos lo que hice fue poner la denuncia.
Sin embargo, al no tener la protección necesaria por parte de las autoridades, al existir una ausencia de políticas destinadas a favorecerlas y darles asistencia (ONU Mujeres, 2022). Las mujeres deciden huir de su ciudad de origen, de manera improvisada y sin planear su tránsito (Cárdenas-Rodríguez et al., 2018). Al salir de su comunidad, ciudad o país, ellas manifiestan tranquilidad o libertad al tener que estar lejos de los actos violentos, tal como se puede observar en el relato de Ka:
…salir de Uruapan, me sentía tranquila porque traía lo que yo me importaba, que eran mis hijos. Al llegar a Tijuana me sentí mal, porque la persona que iba apoyar porque no tenía dinero ni donde quedarme me sentí mal, lloré, literalmente lloré, porque la persona que pudo haber apoyado había fallecido 4 o 5 meses antes.
Las mujeres centroamericanas como es el caso de la señora K, tienen que cruzar varias fronteras, por lo tanto, deben tomar decisiones que evalúen los riesgos del proceso con la finalidad de proteger su integridad (Cortés, 2018). Pues los límites fronterizos son contextos de inseguridad social, además de que las mujeres son más propensas a ser víctimas de agresiones físicas, abusos sexuales, secuestros, maltratos y extorsiones tanto por civiles como por autoridades (Bosques, 2015).
Durante este proceso migratorio, la mayoría decide nombrarse como personas que están huyendo de los actos violentos, como menciona la compañera C, cuando expresa “Yo pienso que soy una persona huyendo, como fugitiva de la violencia”.
Al afrontar múltiples violencias en el trayecto, ellas deben poner en práctica su capacidad de movilización (Camarero, 2022; López et al., 2021). Se pueden visualizar desde agruparse con otras mujeres, elaborar propuestas de diálogo en su entorno, seguir su intuición y planear su proceso (Peña, 2004). En la entrevista se identificó que a través del miedo crearon estrategias de movilización, tal como lo refiere la compañera K:
Pues, ya ahí cambiamos a la moneda, pasamos para el otro lado. Ahí busqué como puedo llegar, nosotras ahí empezamos a estudiar el mapa...Nosotras solo pasamos el río, y después empezamos a caminar porque nos metieron miedo porque nos dijeron que no podíamos ir por las calles. Pasamos por las fincas.
Por lo tanto, las emociones que socialmente se pueden considerar como negativas, tales como el miedo, la rabia, el duelo y la vergüenza, poseen potencial político para la apertura de un futuro que sea distinto al presente, denominado por Lorde (2003, p. 331) como “emociones cargadas de información y energía”, porque a través de ellas surgen saberes de la experiencia donde se generan reflexiones, estrategias y soluciones a la problemática (citada en Solana & Vacarezza, 2020).
En el proceso se suele experimentar nostalgia al recordar su vida antes de los actos violentos (Contreras, 2019). Asimismo, cargan con sentimiento de dolor al presenciar carencias, pérdida patrimonial y violencias (Quintero, 2022). Además, al migrar de manera indocumentada, sienten temor de ser detenidas, maltratadas y repatriadas (Montaner, 2006). La colaboradora K como varias buscan la compañía de otras mujeres migrantes:
…cuando nosotros nos vamos a subir al avión, nosotros no estábamos registrados, ahí en migración, pero yo le digo “¡¿cómo si ahorita acabo de comprar los boletos?!”, a lo que me responde que “no”, “¡Ay, Dios mío Santo!”. De ahí, llaman a los policías de migración, “¡Dios mío!”, de ahí, agarramos nuestras cosas y corrimos. Ahí empezamos a correr nosotros y llegamos con unas cubanas y le dije “ustedes, ¿para dónde van?”, “vamos para arriba” y me agregué con ellas.
Sin embargo, estas emociones impulsan a la transformación de mujeres en condición de desplazamiento forzado (Serna, 2020). Por ejemplo, se identificó la determinación en su decisión por llegar a los Estados Unidos, como se menciona a continuación en el relato de K:
“Dios mío, ¡¿qué vamos a hacer mañana?!, sin ningún cinco, mi hijo sin comer”, es lo que más me dolía. Los muchachos que estaban ahí, que habían tirado para atrás, me preguntaron que de donde veníamos, yo le dije que de Honduras. Y empezamos a platicar y “¿qué piensa hacer?”, yo le dije “yo no me devuelvo, yo le doy para adelante” no podía regresar para Honduras, no podía.
Por lo que, las mujeres se movilizan a Tijuana y llegan a vivir en albergues o refugios. Se identificó que el Estado, autoridades y encargados esperan que las mujeres que vienen en tránsito con sus hijos y/o hijas sean sumisas, calladas y pasivas, es decir, conlleva prohibiciones emocionales a las mujeres migrantes (Hernández, 2022; Williamson, 2021). Sin embargo, ellas se muestran molestas ante esta situación porque lo consideran poco empático, en este sentido, la compañera C nos mencionó:
…me dio coraje que los de inmigración mexicana, hasta les dije lo que no, porque me dio tanta rabia decirles, yo estoy pasando por esto y tengo miedo por esto de mi hijo y ellos no, a fuerza tiene que ser por la aplicación.
Dentro de algunos albergues de origen religioso en Tijuana, se observa que las violencias institucionales se presentan mediante la imposición religiosa, aislamiento social y control de sus actividades. Como se muestra en el siguiente diálogo con la señora K:
Cuando nosotros empezamos en el albergue, ahí ya no había comunicación, no recibimos llamadas, no podíamos hacer llamadas, sólo mediante un texto, pero supervisado por la encargada…Entonces todos en fila éramos como presidiarios nosotros, no se podía salir y si se salía era por trabajo con la encargada.
A pesar de las violencias, ellas continúan su camino porque proyectan, resisten y sueñan, mientras trabajan cruzando fronteras (Dutra et al., 2022). Las mujeres en condición de desplazamiento forzado buscan transformar condiciones materiales para sobrevivir a las estructuras de poder que oprimen (Barranza & Amalia, 2021), con el propósito de mantenerse en un estado de equilibrio y bienestar (Zapata, 2021). En esta dirección, las mujeres procuran el cuidado de sus hijos e hijas, generan una estrategia en medio digitales, mantienen un plan de trayecto migratorio y recurren a la fe en Dios por medio de oraciones. Ejemplo de esto es el testimonio de K:
Le digo a mi Dios dos noches anteriores “Señor yo necesito salir de este lugar yo no sé cómo, pero tú me tienes que sacar de este lugar”, iba y le hacía una oración. Viene mi hijo y me dice a las cinco de la mañana “mami está abierto el portón”, “tráete la cartera” le digo yo y “vámonos porque está abierto el portón”. Pero, cómo el señor que estaba en el portón dice “¿para dónde vas?” y le digo “vamos a la iglesia” y me dice “ah está bien”.
La transformación de condiciones materiales mencionadas, les permitió salir de un espacio inseguro. Asimismo, las mujeres buscan auto cuidarse y darse tiempo para sí mismas (González, 2017). Tienen prácticas de higiene personal, meditación en situaciones de estrés, pláticas con compañeras y recurren al acompañamiento psicológico. También, se dan el tiempo de reflexionar sobre las situaciones que han vivido, donde resignifican estos sucesos, y con ello las culpas y los malestares emocionales relacionados con el cumplimiento de roles de género (Álvarez, 2017). La compañera L relató:
Pues… yo al principio sí me hizo daño todo. Me la creía yo como que, si era yo la culpable y trataba de ayudarlo yo como como queriendo rectificar mi error, pero después digo pero ¿por qué tengo la culpa yo?, yo no lo mandé a hacer eso, yo no le dije que se fuera con esa mujer.
Este suceso se reconoce como emancipación patriarcal, en el que se identifican las violencias estructurales y a actuar sobre ellas, lo que se denomina una forma de resistencia, al estar presente una gran fuerza política y movilizadora (Pérez, 2017).
Por otra parte, dentro del albergue se visualizan conflictos entre compañeras, relacionados con tensiones entre nacionalidades (Camus et al., 2020). Ya que, el desplazamiento forzado está conformado por diversos ejes de desigualdades, como las clasificaciones de género, clase social, origen nacional, raza, etnicidad, edad, condición migratoria y religión, que pueden incidir directamente en el tránsito migratorio de mujeres (Magliano, 2015).
Se identificó que dentro de las tensiones entre compañeras están presentes las burlas, gritos, malentendidos, descalificación de sus emociones, rumores y conductas desafiantes. Como se muestra en el siguiente párrafo que nos relató la señora K:
…yo veía que ellas cocinaban y yo les decía “me puede dar permiso de ser un huevito para el niño”, “no, es prohibido” y yo le dije a “Doña Lupe ¿por qué ustedes cocinan?” y ella me dice “porque soy encargada y yo sí puedo”. Ah, ya entendí entonces solamente los encargados pueden cocinar.
Ante estos enfrentamientos, la comunicación es el elemento clave para resistir a las tensiones en el interior de un ambiente (Buraschi & Aguilar, 2016), acompañada, de los sentimientos de esperanza mediante la idea de Dios (González-Zatarain et al., 2020). La compañera K nos comentó que “llegó una psicóloga muy especial, le diré llegó en un momento como que dice, anillo al dedo, yo ya no aguantaba, platiqué con ella por mensaje bastante como ahorita, me desahogué bastante como ahorita sacar lo que uno trae”.
Por último, se identifica que ellas se fortalecen, construyen su subjetividad y se visualizan de diferentes maneras ya que han vivido este proceso; lo que se puede observar en los relatos de las compañeras C:
Pienso que me ha hecho más fuerte, me ha hecho como más independiente como tratar de valorarme a mí misma y no dejar que, que me hagan ver como que yo soy la chacha o la criada de alguien más, sino que yo puedo salir adelante a pesar de cualquier problema, que yo puedo salir de esto y no jugar con personas, que no se debe jugar, como en mi caso que mucha gente me utilizó para jugar conmigo.
En adición, Ka se refiere a sí misma como una mujer fuerte, nos menciona “emigré a otros lugares que no conozco y sigo, sigo experimentando, porque voy a seguir experimentando allá, ahora voy a migrar de aquí, de Tijuana a Estados Unidos, y pues una mujer fuerte que lucha por sus hijos”. En la entrevista con la compañera B, expresó “Me sentía como tonta, aprisionada, como siempre estar atada a algo, pues, ahorita ya me siento diferente, más libre”.
Las mujeres llegan a crear un sentido de reafirmación donde se reconocen como personas valientes, firmes y determinadas, permitiéndoles identificar sus recursos para seguir la lucha inacabable en sus vidas (Pérez & Villanueva, 2020). Donde al interior de los albergues crean espacios de apoyo y de intercambio con otras compañeras, para la generación de herramientas personales, sociales, políticas y económicas que les permitan salir de la condición de víctimas y forjar lugares de resistencia (Valero, 2016).
A modo de síntesis, en la Figura 1 se presentan las categorías y su relación entre sí. Se identifica que el desplazamiento forzado es detonado por la violencia generalizada, ante dicha situación se crean redes de apoyo. Sin embargo, al no tener la protección necesaria se decide de manera improvisada huir para poder sobrevivir. La violencia generalizada está presente durante el trayecto migratorio, acompañada de emociones de nostalgia y dolor, por ende, las mujeres en condición de desplazamiento forzado ejecutan su capacidad de movilización. Al llegar a los albergues enfrentaron violencia institucional, donde se muestra que la principal estrategia de resistencia son las tareas de cuidado. Por último, se reconoce la categoría de conflictos entre compañeras, donde las habilidades de comunicación y sentido de esperanza, les ayudó a mitigar las tensiones. En conclusión, las redes de apoyo y la toma de decisiones son implementadas durante todo el proceso.
Figura 1
Emociones y estrategias de resistencia en el desplazamiento forzado
Las mujeres en condición de desplazamiento forzado se enfrentan a actos de violencia durante su tránsito, por lo que experimentan emociones de dolor, nostalgia y temor. Sin embargo, implementan estrategias de resistencia que les permiten mitigar los efectos negativos de desplazamiento, acompañadas de sentimientos de esperanza.
Discusión
Las condiciones de vida de las mujeres, que colaboraron en este estudio, provenientes de lugares donde se agudiza la violencia como consecuencia de la delincuencia organizada, la pobreza, la desigualdad en el acceso a servicios de salud, la educación, la alimentación, y la seguridad, entre otros, las obligó a salir en búsqueda de salvaguardar su vida y la de sus familias. Por lo que, generaron iniciativas de resistencia a través de su capacidad de movilización, las cuales les han permitido sobrellevar el dolor.
No obstante, los caminos que tuvieron que transitar fueron sinuosos y llenos de encuentros con personas que las violentaron y atentaron contra sus derechos humanos. Esto derivado de las agresiones misóginas, racistas y xenofóbicas. Algunas de las situaciones de vida de las colaboradoras como ser mujer afrodescendiente o indígena durante el proceso migratorio, suelen agudizar sus desventajas en ámbitos dominados por los hombres blancos, además que algunas veces fueron privadas del acceso al mercado de trabajo y las marcadas diferencias salariales (Echarri, 2020).
Conforme a la Encuesta Nacional sobre Discriminación de 2017, una de cada cinco personas ha sido discriminada en el último año, por su tono de piel, manera de hablar, peso, estatura, forma de vestir o arreglo personal, clase social, creencias religiosas, sexo, edad y orientación sexual, motivos indagados; el 23.3% de la población de 18 años y más considera que en los últimos cinco años se le negó injustificadamente algún derecho (INEGI, 2017).
Ser fugitivas de la violencia significó, para estas mujeres en situaciones de desplazamiento forzado, no solamente huir de las violencias de sus lugares de origen, sino que en su trayecto se encontrarán moviéndose continuamente como una forma de resistencia y la búsqueda de una vida digna.
El desplazamiento forzado fue una situación donde los actos violentos formaron parte de su vida diaria, por lo que las estrategias de resistencia a dicha violencia también forman parte de su rutina (Pérez & Gregorio, 2020). El acto de huir para las mujeres fue una estrategia de resistencia, que se dio a causa de las violencias estructurales por parte del Estado, el mercado y el sistema patriarcal, basada en la fuga individual para evitar un naufragio colectivo (Varela, 2017); orientó a las mujeres a mejorar su calidad de vida y a gestionar espacios con el Estado para solicitar mejoras dentro de su entorno (Camarero, 2022).
Las emociones que experimentaron, si bien refirieron que les causó malestares, éstas también las alertaron en situaciones de violencia, como el miedo, lo que las empujó a salir de relaciones, situaciones y lugares. Por ejemplo, salir de los albergues donde estaban viviendo discriminación, abusos de poder y violencia por ser mujeres. Sin embargo, al ser sostenidas por sus redes familiares a la distancia, compañeras migrantes y personas voluntarias, se mitigaron los efectos económicos, sociales y emocionales derivados de la experiencia de desplazamiento (Martínez et al., 2020).
Para el estudio de las mujeres en proceso de desplazamiento forzado, es pertinente diseñar investigaciones con enfoque feminista que permitan develar las opresiones por su condición histórica de género (Lagarde, 2016), y que además, posibiliten un abordaje epistemológico de las mujeres como sujetas políticas que construyen su propia realidad y que llevan a cabo diversas estrategias de resistencia, personales y en colectivo, lo que permitirá observar aquellas estrategias que les permite seguir existiendo y protegiendo a su familia de situaciones de extrema violencia, con la esperanza de tener una vida digna.
La perspectiva feminista en conjunto con la mirada interseccional posibilita identificar la violencia en zonas fronterizas y en los procesos migratorios desde el reconocimiento de las estructuras de poder, sean públicas o privadas (Olivera & García, 2019). Asimismo, es pertinente comprender a profundidad las desigualdades sociales que viven las mujeres en condición de desplazamiento forzado, al explorar las intersecciones entre las dimensiones de género, etnia y clase social, ya que la variable género no puede ser analizada de forma aislada respecto a otros ejes de opresión (Ugarte, 2019).
Las necesidades, prioridades y voces de las mujeres desplazadas suelen estar ausentes de las políticas destinadas a protegerlas y darles asistencia (ONU Mujeres, 2022). Por lo tanto, las propuestas de proyectos y políticas públicas dentro del desplazamiento forzado deben reconocer los saberes y resistencias de las mujeres con la finalidad de considerar su experiencia como antecedente empírico (Covarrubias, 2018).
Para finalizar, se reconoce que la constante movilización de las mujeres, que, aunque era esperable por su situación de vida y las dinámicas de los sitios de acogida, se desconocía el momento exacto en que se llevaría a cabo, lo que podría considerarse como una limitación para llevar a cabo el estudio, dado que algunas veces se acordaba la fecha para realizar la entrevista y cuando llegaba el día ya no se encontraban en el albergue. Por ende, se recomienda solicitar a las participantes la entrevista con pocos días de anticipación.
Alondra Yolanda Zing-Varela. Maestrante en Psicología de la Salud por la Universidad Autónoma de Baja California. Correo electrónico: alondra.zing@uabc.edu.mx
* Facultad de Medicina y Psicología Universidad Autónoma de Baja California. Boulevard Universitario 1000, C.P. 22263 Tijuana, Baja California, México.
**Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social CIESAS-CDMX. Calle Benito Juárez 87, Tlalpan Centro C.P. 14000. Tlalpan, CDMX, México