CNEIP
VOLUMEN  6  |   NÚMERO Migraciones  |  2024

Artículo de investigación
CNEIP
Migración y violencia de género: Reconfiguraciones familiares y comunitarias en la Sierra Purépecha
Migration and gender violence: Family and community reconfigurations in the Sierra Purépecha
DOI  https://doi.org/10.62364/cneip.6.2024.205
Casimiro Leco Tomás* y Maricruz Rios Velázquez*

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo*

Citación
Leco, C., y Rios-Velázquez, M. (2024). Migración y violencia de género: Reconfiguraciones familiares y comunitarias en la Sierra Purépecha. Enseñanza e Investigación en Psicología Nueva Época, 6(Migración).114-125. https://doi.org/10.62364/cneip.6.2024.205

Artículo  enviado 09-08-2023,   aceptado 16-11-2023,   publicado 26-02-2024.  

Resumen
Este artículo examina el impacto de la migración en la violencia de género contra las mujeres en los municipios de Nahuatzen y Cherán, ubicados en la Sierra Purépecha, Michoacán, México. Esta región indígena es una de las principales expulsoras de mano de obra hacia otras zonas del país y Estados Unidos, fenómeno migratorio que desemboca en una reestructura del núcleo familiar y de la comunidad. Mediante un método cualitativo se realizaron entrevistas semiestructuradas a cuatro mujeres de entre 18 a 35 años. Se encontró que las mujeres experimentan situaciones de vulnerabilidad, con exacerbación de los roles de género, las relaciones de poder y los escenarios de violencia física, psicológica, económica y sexual por parte de sus parejas sentimentales, familiares o sujetos activos en el proceso migratorio.

Palabras clave
migración, violencia de género, mujeres, indígenas, purépechas


Abstrac
This article examines the impact of migration on gender violence against women in the municipalities of Nahuatzen and Cherán, in the Sierra Purépecha, Michoacán, Mexico. This indigenous region is one of the main senders of labor to other areas of the country and the United States, a migration phenomenon that leads to a restructuring of the family core and the community. Using a qualitative method, semi-structured interviews were conducted with four women between 18 and 35 years old. It was found that, women experience situations of vulnerability: gender roles, power relations and scenarios of physical, psychological, economic and sexual violence are exacerbated by their husbands, family members or active subjects in the migration process.

Keywords
migration, gender violence, women, indigenous, purépechas


La violencia de género contra las mujeres indígenas y las problemáticas sociales que arrastran los contextos migratorios son dos tópicos conocidos, pero pocas veces analizados a detalle en su conjunto pese a que la mujer, la pareja, no sólo apoya, sino que permite e impulsa la migración del hombre (Mummert, 1988). En la Sierra Purépecha de Michoacán, México, en particular los municipios de Nahuatzen y Cherán[1], los fenómenos de migración y violencia de género coexisten y se entrelazan: las familias son trastocadas por los éxodos humanos y con frecuencia las mujeres se quedan vulnerables ante los roles de género, el machismo, así como los usos y costumbres propios de estas localidades.

La migración, tanto nacional como internacional, está presente en las comunidades originarias (Díaz-Barriga y Díaz-Chávez, 2018; Leco, 2013; Ruiz-Suárez, 2021). En la Sierra Purépecha, como en otras zonas, obedece en buena medida a la falta de oportunidades económicas (Rendón et al., 2013); sin embargo, aunque la migración ha permitido mejorar las condiciones de vida, también tiene efectos negativos relacionados con la violencia en razón de género y, por ende, abusos físicos, sexuales, psicológicos y económicos que conducen al conflicto y/o a la desintegración familiar. El patrón migratorio circular prevaleciente (caracterizado por una prolongada ausencia del migrante, la inestabilidad en sus desplazamientos y largos periodos de permanencia en el lugar de origen) moldea y afecta profundamente el funcionamiento familiar, de pareja y de relaciones interpersonales (López-Bautista, 2020; Marroni, 2004).

Las mujeres, ante la ausencia de los varones, tienen una mayor responsabilidad en la crianza de los hijos, el cuidado del hogar, la enseñanza de los quehaceres y oficios, aprenden a resolver y conciliar en una gran cantidad de conflictos con la familia paterna y la comunidad, son también quienes cuidan a los mayores y se encargan de una serie de tareas que muy poco se comparten con otros miembros (Díaz-Barriga et al., 2014). Si el dinero llega a hacer falta, las mujeres que se quedaron son las encargadas de conseguirlo.

De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2021), entre 2015 y 2020 migraron al extranjero 50,770 michoacanos, de los cuales el 94% (47,723 personas) tuvo como destino Estados Unidos de América (EUA). Otras 110,781 se trasladaron a diversas entidades al interior del país. Las principales razones de la migración obedecen al deseo de reunirse con la familia (42.2%), buscar o cambiar de trabajo (26.4%), estudiar (8.6%), matrimonio o vida en pareja (8.2%), la inseguridad (3.4%), deportaciones (1.5%) y desastres naturales (0.2%).

En el caso de la migración hacia el extranjero, en el 2000 se estimaba que en EUA vivían 2.5 millones de migrantes de origen michoacano: 1.5 millones de ellos de origen territorial y un millón de origen sanguíneo, siendo la migración un fenómeno que forma parte de la dinámica social del estado desde hace más de 100 años (Rendón et al., 2013); hoy en día la cifra fácilmente podría ser más del doble. El Consejo Estatal de Población (COESPO, 2021) refiere que es histórica y ampliamente conocida la condición migrante de Michoacán, fenómeno que incide de manera significativa sobre otros: el envejecimiento, la estructura poblacional, el ingreso vía las remesas y las reconfiguraciones familiares.

Sobre la violencia, es de resaltar que ésta se produce siempre en el marco de relaciones sociales determinadas, atravesada por el poder (Foucault, 2002) y por la impronta del género (Amorós, 1990). La violencia es esencialmente un ataque a la libertad y el término “violencia de género” se considera una nueva denominación para un viejo problema (Asakura y Torres, 2013) que ha ido impregnándose en tiempos recientes de un significado social y convirtiéndose en una relación inseparable del machismo y la vulnerabilidad de las mujeres por su género (Expósito & Moya, 2011).

La violencia de género es un tipo de abuso que gradualmente menoscaba el bienestar, la libertad y la dignidad de las mujeres. Esto conlleva a problemas de salud mental, física y social al mantenerlas atrapadas en el temor, aislándolas de la asistencia social y, poco a poco, afectando sus esferas personales y profesionales. Entre los factores que perpetúan esta violencia resaltan aquellos con raíces en lo sociocultural; la violencia de género no sólo es un problema por las agresiones en sí mismas, sino por la normalización del fenómeno, la revictimización de las mujeres, junto a roles y estereotipos que dañan su autoimagen y eternizan su estado de vulnerabilidad y victimización (Chávez et al., 2021).

En un recorrido histórico, los cuerpos teóricos que dan sustento a los fenómenos sociales de la violencia de género se ubican en el eurocentrismo, un pensamiento homogéneo al momento de abordar la problemática y sus afecciones. En esta línea son innegables las aportaciones al conocimiento de las teorías de género, de la violencia estructural, de la violencia simbólica, de la hegemonía cultural y de la socialización diferencial; no obstante, para hacer el análisis de la violencia de género en la región purépecha es necesario escapar de estos cánones teóricos y realizar el estudio desde una visión del feminismo interseccional, comunitario e indígena (Galindo, 2013). Esta perspectiva permite dejar de pensar únicamente desde los parámetros y categorías del feminismo eurocéntrico (Guzmán, 2015). Lo anterior obedece a que las desigualdades son mayores en las mujeres de etnia indígena, quienes enfrentan una triple discriminación: de género, de clase y de raza (Lamas, 2007), la cual se puede agudizar con el fenómeno migratorio.

La línea de pensamiento del feminismo comunitario e indígena surge en América Latina como una forma de visibilizar las opresiones de las mujeres a través de una teoría crítica que cuestiona que el conocimiento y las prácticas culturales eurocéntricas no son la única forma válida de entender el mundo, en particular, las violencias contra las mujeres en comunidades rurales, indígenas y -justamente- migrantes (Segato, 2011).

Mediante la observación podemos determinar que la violencia de género contra mujeres indígenas es un tema abigarrado y para abordarlo se tienen que tomar en cuenta varios aspectos: el racismo, que aumenta su vulnerabilidad; la marginación social, porque a menudo enfrentan discriminación y carencias; la exclusión de los sistemas de justicia, debido a que tienen dificultades para acceder a la misma por las barreras culturales, lingüísticas y económicas, y, por último, la persistencia de estereotipos y roles que se recrudecen en contextos indígenas y migratorios, los cuales además limitan las posibilidades de autonomía, liderazgo y empoderamiento de las mujeres.

 

Planteamiento del problema

La violencia de género contra las mujeres en la Sierra Purépecha es un problema sin datos. Los estudios de las instancias oficiales -como la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2022)- no cuentan con información representativa a nivel regional o municipal, y desde la academia, aunque los trabajos en torno a las agresiones sistémicas y sistemáticas que sufren las mujeres van en aumento, no es común que los aterricen a las comunidades indígenas en medio de escenarios migratorios.

En el caso específico la Sierra Purépecha, la migración es un fenómeno común que se da por la búsqueda de mejores condiciones económicas; en este ir y venir de personas hacia EUA y otras entidades, los núcleos humanos se trastocan y las condiciones de vulnerabilidad, de por sí ya existentes para las mujeres, se vuelven más evidentes. En el presente artículo se busca aportar información y conocer, mediante estudios de casos, más a detalle el impacto que tiene la migración en la violencia de género en esta zona.

 

Pregunta de investigación

¿De qué manera impacta la migración en la violencia de género contra las mujeres en la Sierra Purépecha, Michoacán, México?

 

Objetivos

El objetivo principal fue encontrar cuáles son las coincidencias entre las reconfiguraciones familiares y agresiones que han sufrido las mujeres de la Sierra Purépecha en medio de los procesos migratorios.

Como objetivos específicos se planteó identificar factores de riesgo; valorar la efectividad de las redes de apoyo que pudieran existir, y conocer la respuesta de las propias víctimas ante estos eventos.

 

Método

            Para la presente investigación se utilizó un enfoque cualitativo con un método de estudio de caso que ayudó a conocer, desde la unicidad de cada caso, una realidad más amplia (Skate, 1995) respecto a describir, analizar y comprender parte del impacto de la migración en la violencia de género contra las mujeres de la Sierra Purépecha, Michoacán, México. La recolección de la información para este trabajo de campo se dio a través de la técnica de entrevistas semiestructuradas, ya que éstas proporcionan un nivel adecuado de flexibilidad mientras aseguran la coherencia necesaria para obtener interpretaciones alineadas con los objetivos de la investigación (Janesick, 1998).

Las entrevistas que se realizaron con las mujeres de las comunidades purépechas giraron en torno a los contextos sociales en los que viven y las experiencias de violencia de género que han encarado a lo largo de su vida y con sus parejas sentimentales dentro de los contextos migratorios, suyos o de sus familiares.

 

Participantes

Para los estudios de caso participaron cuatro mujeres indígenas originarias de la Sierra Purépecha, en Michoacán. Una de ellas oriunda del municipio de Cherán y tres provenientes de la demarcación colindante de Nahuatzen; la distancia entre una población y otra es de aproximadamente 15 minutos en auto.

Los criterios fueron los siguientes: ser mujer habitante de la Sierra Purépecha, identificarse como parte de la etnia purépecha, haber estado en una relación de pareja en medio de un proceso migratorio, percibir condición de violencia de género u agresiones de un hombre en su contra, y ubicarse en un rango etario de entre 28 y 35 años de edad.

 

Procedimiento

El contacto con las mujeres que participaron en el estudio de caso se dio en una visita en el lugar donde viven actualmente. A ninguna de ellas se le conocía previamente y la introducción se realizó por medio de terceros. El primer acercamiento fue mediante una llamada telefónica para agendar una cita y realizar las entrevistas semiestructuradas.

1) Los ejes temáticos abordaron sus experiencias de vida en el proceso migratorio por el que atravesaron ellas o su familia, y la violencia de género y agresiones padecidas en los contextos antes descritos.

2) El trabajo de campo se realizó durante el mes de julio de 2023; las entrevistas estaban planeadas para una a dos horas de duración, pero en todos los casos el tiempo se extendió ante las observaciones e historias de cada una de las participantes. En el análisis de hallazgos se incluyen datos que vienen también de la literatura, la observación y el conocimiento previo de la región de estudio.

 

Consideraciones éticas

En el estudio se siguieron estrictamente los principios éticos para garantizar la protección y confidencialidad de los datos de todas las mujeres participantes en el estudio de caso, por lo que los nombres que se indican no son los reales y se emplean únicamente para identificar a cada una de ellas. Antes de entrevistarlas se obtuvo el consentimiento informado de todas las mujeres y se les dieron a conocer los objetivos del estudio, así como su derecho a reservar detalles o retirarse en cualquier momento, si así lo consideraban pertinente.

Resultados

Las mujeres, niñas y adolescentes en comunidades indígenas encaran múltiples vulnerabilidades que se recrudecen cuando al sistema patriarcal y tradicional imperante se le suma la migración. Para comprender la magnitud de este problema en la Sierra Purépecha se tienen que considerar tres características constantes: su cultura, su organización social y su organización política, éstas determinan tanto el papel de la mujer en su familia como en la comunidad, lo que se espera de ellas y, en muchas ocasiones, condicionan sus respuestas y reflejos ante las violencias que las atraviesan y los procesos migratorios.

 

Primer caso

Lizbeth, hija de madre y padre purépechas; se trata de una mujer indígena y migrante que nació en Tijuana, Baja California, México. Los registros oficiales dictan que es originaria de la comunidad autónoma de Comachuén, municipio de Nahuatzen. Relata que durante sus 30 años de vida ha emprendido varios procesos migratorios, los primeros de ellos no por decisión propia, sino como parte de la necesidad económica de su familia.

 

Mi padre quedó huérfano a la edad de 12 años, desde entonces le tocó comenzar a trabajar para poder ayudar a su madre, siendo el sostén económico del hogar. Antes las familias eran numerosas, mi padre era el tercero de ocho hijos y por ser varón tenía que cumplir con el rol de proveedor y sostener a sus hermanos y, ante las pocas opciones de trabajo en la comunidad, mi papá empezó a migrar, primero de manera local y luego transnacional, con la idea de no replicar la vida en pobreza. (Entrevista a Lizbeth, Morelia, Michoacán, julio 2 de 2023).

 

La primera migración de los papás de Lizbeth fue a la ciudad de Guadalajara, en el estado de Jalisco, y de ahí se trasladaron a Tijuana. Su madre no aprendió a hablar español sino hasta que ya vivían en la franja fronteriza, lo que recuerda que significó muchos problemas para darse a entender, buscar trabajo y realizar cualquier actividad.

Cuando Lizbeth tenía 3 años de edad regresaron a Comachuén, en Michoacán, por un periodo no mayor a seis meses y luego migraron de vuelta a Estados Unidos: un tiempo estuvieron en California y retornaron a tierras michoacanas, para después volver a Estados Unidos y asentarse por un tiempo en Las Vegas, Nevada, y, finalmente, en Arizona. A la edad de 12 años de nuevo se asentó en Comachuén junto con su madre y sus tres hermanos.

 

Fue a causa de la violencia intrafamiliar. Mis padres un día tuvieron una discusión muy fuerte y mi madre tomó la decisión de regresar. Yo incluso recuerdo que ese día me regresé a México con el uniforme de la escuela, porque mi mamá sólo esperó a que llegáramos para decirnos que nos teníamos que regresar. (Entrevista a Lizbeth, Morelia, Michoacán, julio 2 de 2023).

 

Ese día de la discusión su padre violentó a su madre en público, por lo que fue detenido por las autoridades estadounidenses y perdió la residencia; un año después, tras un tiempo en la cárcel, fue deportado a México. Actualmente sus papás viven juntos, nunca se dejaron; cuenta Lizbeth que es casi imposible que una mujer purépecha se divorcie porque los usos y costumbres mandan que las parejas se deben acompañar hasta la muerte y en las sociedades indígenas importa mucho la opinión de la gente.

A su regreso, la joven purépecha encaró un choque cultural porque la vida en Comachuén y en Estados Unidos es completamente distinta: en el pueblo los roles de género son mucho más marcados. Su falta de conocimiento sobre labores tradicionales asignadas a las mujeres - como la costura, la elaboración de tortillas, la cocina, los quehaceres del hogar- le costaron una larga y sostenida serie de burlas de parte de sus compañeros de la escuela y en la comunidad, era la “turisï” o “extranjera”:

 

Las mujeres tienen que estar en los quehaceres y cuidado del hogar y los hombres en el trabajo, no aspiran a estudiar una carrera profesional y contraen matrimonio a temprana edad, situación a la que se suma la barrera de la lengua; pero yo me salía del molde de “lo normal”, no hablaba purépecha aunque sí lo entendía, no cumplía con los roles de género de cómo ser y cómo debe comportarse una mujer y cuando llegó el momento de estudiar la universidad me enfrenté a comentarios de que las mujeres no deben estudiar, las mujeres se tienen que quedar a atender el hogar. (Entrevista a Lizbeth, Morelia, Michoacán, julio 2 de 2023).

 

Con su padre en prisión en más de una ocasión, golpes y constantes problemas en su retorno a Michoacán, Lizbeth cuenta que fueron tiempos difíciles y con recursos muy limitados para su familia; su madre en varios momentos tuvo que ser el único sostén de la casa. El proceso de adaptación fue “largo y tortuoso”, pero no tanto como otros episodios que enfrentó de niña: fue violada en dos ocasiones, una en Estados Unidos y otra en Comachuén, “por personas cercanas a la familia”, pero denunciar era impensable porque los tabúes imperan y determinan el orden comunitario; para la familia el agravio mayor no eran las violaciones, sino “exhibir” que había sido abusada.

Por eso, a pesar de los “consejos” insistentes de conseguir un esposo y dedicarse a las labores del hogar, ella tuvo la idea clara de continuar con sus estudios porque no se veía quedándose en el pueblo para casarse, callar, servir y perpetuar un modelo de vida que consideraba injusto. La nueva migración que emprendió la joven fue local, a la ciudad de Morelia, Michoacán para estudiar una licenciatura en el campo de la salud.

Actualmente, Lizbeth vive en Comachuén con sus padres, es una mujer soltera y por esta razón no se le permite votar en las asambleas comunales. Reconoce que entre los 12 a los 23 años de edad estuvo resentida con su pueblo y la cultura purépecha e incluso se negó a hablar la lengua madre a pesar de que ya la dominaba. A partir de los 24 años comenzó un proceso de sanación y reconciliación, y en la actualidad, se dedica a la promoción de los oficios artesanales y apoyar en la comercialización de textiles elaborados en la Sierra Purépecha, una labor que -reflexiona- le ha permitido contar nuevas y mejores historias, mostrar los saberes de las hábiles manos de las mujeres indígenas y apoyar en su empoderamiento para que no repitan su camino.

 

Segundo caso

Inés, de 35 años, originaria del municipio de Cherán, en la Sierra Purépecha, se reconoce en un principio como una mujer abnegada que estaba dispuesta a todo con tal de que su esposo no la abandonara; los subsecuentes episodios de violencia física, psicológica y económica lo cambiaron todo.

 

Yo me le hincaba, le besaba la mano, suplicándole le decía […] hazme lo que quieras, pero no me dejes […] él se va contratado a trabajar a Estados Unidos y a nosotros casi no nos manda dinero, tampoco nos habla, les habla a sus amantes y las tiene bien consentidas y cuando venía era un infierno para mí. Siempre así me trataba, me golpeaba, me amenazaba y rechazaba a mis hijos cuando ellos lo querían abrazar. La última vez, borracho quebró los cristales de la puerta de la casa y sobre ellos me arrastró jalándome de los cabellos, me intentó asfixiar y cuando desperté estaba en el hospital […] creo que no me morí como él hubiera querido. (Entrevista a Inés, Cherán, Michoacán, julio 5 de 2023).

 

De manera normalizada en la región la mujer vive atemorizada de la reacción de su esposo, pero también del pacto patriarcal: a la mujer no se le cree y en el mejor de los escenarios se le pide que sea tolerante y cumpla con ese rol que inherentemente la somete a la violencia.

 

Cuando salí del hospital me armé de valor y tomé la firme decisión de dejarlo y no querer saber nada de él y en su casa se quedaron todas mis cosas, sólo recogí a mis hijos. Así era mi vida, un infierno, vivía para él, esclavizada, pero nadie me creía, por lo que me armé de valor, dije ‘hasta aquí y no me vas a volver a pisar’. Cuando yo hablé con sus hermanos de lo que pasaba ellos sólo me decían que me tenía que aguantar porque él es hombre y puede andar con quien él quiera. (Entrevista a Inés, Cherán, Michoacán, julio 5 de 2023).

             

Inés reconoce que reaccionó muy tarde, ella misma había normalizado las agresiones en su contra y cuando una mujer empieza a aceptar un destino de sumisión y violencia la salida se diluye. En muchas comunidades este destino se interpreta como parte del rol y hasta de los valores de las mujeres: la abnegación total las hace enfrentar vidas tormentosas, en varios de los casos sin apoyo y en silencio.

 

 

 

Tercer caso

María, mujer indígena de 29 de años de edad; en su entrevista manifiesta que desde los 19 años se casó con su novio en la comunidad de Comachuén, municipio de Nahuatzen, joven, pero normal en la Sierra Purépecha.

 

Nos casamos porque nos embarazamos, pero como todavía éramos muy jóvenes y no éramos independientes nos fuimos a vivir a la casa de sus papás y desde el principio me marcaron el lugar que yo tenía que hacer ahí. En esas casas viven varias generaciones de la familia: los abuelos, los papás, los tíos y nosotros. Y me dijeron que mi único deber era atender a mi esposo y mantener el orden en la casa porque era mi única responsabilidad como mujer. (Entrevista a María Rodríguez, Nahuatzen, Michoacán, julio 20 de 2023).

 

A pesar de que los dos estudiaban, el único que continuó con su formación académica fue el esposo; entonces, durante la mayor parte de la semana él vivía en Morelia y los fines de semana regresaba al pueblo con ella. Aunque la distancia no era tanta, fue un proceso difícil; además del embarazo y el cambio de vivienda, como su único deber era estar al pendiente de los quehaceres del hogar y mantener a su esposo feliz, si un día no “cumplía” corría el riesgo que él le fuera infiel. La infidelidad se sostenía como válida bajo la idea de que el varón tiene necesidades sexuales naturales que tiene que satisfacer y si su esposa no lo hacía “adecuadamente” abría la puerta al adulterio.

A la época de estudiante le siguieron migraciones de su esposo a otras regiones y entidades para trabajar, dada la poca posibilidad de empleo en su pueblo de origen. La dinámica nunca cambió.

 

Como era de esperarse, hubo una infidelidad de su parte cuando él estaba fuera del pueblo, y cuando busqué ayuda -con mis suegros- no sé qué me esperaba, pero la respuesta con la que me encontré es que así son todos los hombres, que eso era algo normal, porque ellos así son, tú te tienes que aguantar porque es tu esposo. (Entrevista a María, Nahuatzen, Michoacán, julio 20 de 2023).

 

María refiere que en varias ocasiones intentó dejar a su esposo, pero no pudo, en primera instancia por el “qué dirán”, pero también bajo la idea de que sus hijas pudieran crecer al lado de su padre; cuando estaba decidida a separarse comenzaron las amenazas e incluso los amagos por parte de él de suicidarse si ella lo dejaba.

           

Cuarto caso

Guadalupe es una mujer indígena de 33 años, originaria de Nahuatzen, quien relató que conoció a una persona que había migrado a Estados Unidos y estaba temporalmente de regreso en su pueblo para las fiestas patronales; mantuvo con él una relación sentimental, quedando embarazada y a los meses descubrió que él tenía una familia en el país vecino.

 

Fue todo un proceso muy rápido, pero muy doloroso y difícil. Cuando me enteré que estaba embarazada de una persona que ya tenía una familia mi mundo se derrumbó. Él regresó a Estados Unidos y me quedé sola, con mi hija y sin ningún tipo de apoyo. (Entrevista a Guadalupe, Nahuatzen, Michoacán, julio 22 de 2023).

 

En la plática con Guadalupe describe que la situación empeoró con los meses después de que él regresó a Estados Unidos: su familia en el pueblo la trataba mal y hacía comentarios sobre que la hija no era de él y que únicamente era una manera de intentar mantenerlo a su lado. Las acusaciones no eran de “a gratis”, sino que la familia estaba encolerizada porque la joven había optado por emplear los mecanismos de ley para garantizar el sustento económico para la niña, recordando que en los contextos migratorios muchas veces este tipo de hombres deja a su suerte a su familia. Guadalupe sólo peleó por la pensión para su hija, no le interesaba mantener una relación sentimental.

Lo correcto, a ojos de la comunidad y especialmente de la familia del hombre, era haber callado, regresado a la casa de su propia familia y enseñarle a su hija los “caminos tradicionales de la mujer purépecha”.

Tras la recolección de datos a través de las entrevistas semiestructuradas se encontró que la coincidencia entre los cuatro casos. En los cuales las mujeres de la Sierra Purépecha continúan atadas a los usos, tradiciones y costumbres de sus comunidades, entendidos como patrones de conducta que se espera de ellas en el seno familiar y como valores para ser dignas, por ejemplo: la abnegación hacia la pareja, la entrega de su espacio y decisiones personales hacia el esposo y su familia, y la sobrecarga de las responsabilidades en el hogar y la crianza, complejizado por el factor migratorio.

Esta misma abnegación lleva a reconfiguraciones familiares poco notables hacia el exterior, pero con episodios de violencia psicológica. Es decir, ante la importancia de lo que opine la comunidad, las mujeres se mantienen en relaciones plagadas de agresiones, ante el riesgo de que en algún momento el hombre se desentienda finalmente de la familia.

En este sentido, se observan manifestaciones de violencia psicológica y económica, a tal grado que no colaboran con el sustento y se desentienden de sus hijos; en dos de los casos la violencia trascendió a agresiones físicas, y en uno, el de Lizbeth, la migración la puso en situaciones vulnerables que derivaron en violaciones.

Entre los agresores se identifica al sujeto activo del proceso migratorio, es decir al esposo o el padre, sin embargo, las familias y la comunidad se vuelven cómplices. Los problemas familiares y maritales se acumulan en estas relaciones a distancia con episodios de manipulación y continuo maltrato psicológico que se normaliza.

Otro hallazgo coincidente es la falta de redes de apoyo para salir de los círculos de violencia o bien, la problemática para acceder a ellas ante los tabúes y la condena pública hacia la mujer víctima, que se atreve a denunciar.

Las entrevistas dejan ver que en la mayoría de estas situaciones quien recibe la solidaridad de la familia y la comunidad es el hombre. A las mujeres se les juzga, señala y sataniza, se les aísla e incluso se les discrimina. Los hombres cuentan con una licencia que les permite no sólo estudiar, trabajar y buscar mejores oportunidades laborales, también la tienen para la infidelidad, el maltrato a su familia, las adicciones y la irresponsabilidad. “Así son los hombres”, dice la comunidad, a la mujer le toca otro papel.

 

Discusión

El trabajo de campo reveló una arista del proceso migratorio en las mujeres de la Sierra Purépecha que no suele ponderarse. Arrastradas por la tradición migratoria de sus localidades se ven obligadas a trasladarse de México a Estados Unidos y de retorno a sus comunidades desde muy pequeñas. En la reinserción a sus pueblos de origen se enfrentan a un choque cultural que las margina y puede llevar años para superarse por el conflicto psicológico, emocional e identitario que este tipo de cambios bruscos representan. Aunque no se podría catalogar este fenómeno como exclusivo de las mujeres, los roles de género las dejan en una situación más marcada de discriminación y exclusión (Díaz-Barriga et al., 2014; López-Bautista, 2020) si su participación en la familia y en la comunidad no logra adaptarse con las habilidades, labores y responsabilidades que se supone deben tener las niñas, adolescentes y mujeres.

La violencia de género que padecen las mujeres de esta región, como se refleja en los casos de estudio, va acompañada del silencio, la normalización, pasividad e incluso de la complicidad de la sociedad. Las redes de apoyo son importantes para que las mujeres puedan salir de los círculos de violencia, las víctimas deben tener un lugar seguro que sea su soporte en el proceso de sanación (Chávez-Valdez, 2021), pero su alcance es limitado

La infidelidad, como otra forma de expresión de la violencia de género, se presenta en los contextos de la migración interna y transnacional. Decenas, si no es que cientos de hombres mantienen dos familias: una en su lugar de origen, en alguna población de la Sierra Purépecha, y la otra en donde residen para trabajar. Esto acarrea problemas para la familia “original”, que empieza a ser relegada y, muchas veces, se deja sin el apoyo económico. Situaciones semejantes se han reportado en investigaciones previas (López-Bautista, 2020; Ruiz-Suárez, 2021).

Asimismo, una estrategia de control psicológico que suele ser utilizada como un “arma” es el chantaje, que se presenta en una dinámica especial en la relación de pareja; sin embargo, es difícil precisar cuándo se trata de manipulación o cuándo es la expresión de un fuerte malestar psicológico. La diferencia con otros contextos y zonas es la poca posibilidad de encontrar ayuda real, que proporcione la atención psicológica y médica de manera oportuna y adecuada en las comunidades originarias (Rivera-Heredia et al., 2023); las familias se mantienen unidas frágilmente en medio de estos chantajes emocionales.

Una de las entrevistas deja ver otra situación regular. Entre los varones que viajan a Estados Unidos para trabajar o los hijos de padres que migraron en el pasado y “regresan” a para conocer la tierra de sus padres existe el fenómeno de “conseguir pareja”. En estos viajes para reencontrarse con sus raíces los jóvenes migrantes buscan una novia o esposa, una que tenga “valores tradicionales”; entonces devienen los embarazos que dejan a las féminas no sólo con una carga emocional importante, sino con hijos de por medio con un padre ausente. Dependiendo de cada caso, esta problemática puede tener más capas: al abandono físico se suman el abandono emocional, las infidelidades y la violencia económica al desentenderse finalmente de los hijos que procrearon en suelo michoacano (Cervantes-Pacheco et al., 2015), tal como han documentado otros trabajos.

 

Conclusiones

La migración es un fenómeno social que puede impactar fuerte y negativamente en los núcleos familiares de las comunidades de la Sierra Purépecha; cuando hay problemas tiende ser la mujer la más afectada desde las partes emocional, psicológica y económica, con el riesgo de padecer agresiones físicas y sexuales. Si se tienen hijos, por añadidura éstos corren el riesgo de convertirse en víctimas. Coincidiendo con los resultados de la investigación de Rivera-Heredia (2013), queda claro que existe una diferencia para las mujeres entre enfrentar un proceso migratorio (propio o familiar) por elección o por obediencia a sus padres o esposo, pero en la observación esta línea se va diluyendo entre las necesidades y la costumbre de emplear la migración como ancla económica.

Las entrevistas con las féminas de las comunidades de la Sierra Purépecha dejan ver que, con la migración como factor atravesado, muchos de los patrones tradicionalistas ya existentes se exacerban: la mujer tiene que ser más dedicada a su esposo, más abnegada a su pareja, más sumisa ante la parte patriarcal, más dedicada a las labores del hogar, más encargada de la crianza, más atenta a todas las necesidades que los hombres del hogar -presentes o ausentes- pudieran tener. De no cumplir esta sobrecarga de labores, o incluso cumpliéndola, puede ser víctima de golpes, humillaciones, discriminación y abandono.

Contrario a lo que pudiera anticiparse, todas las mujeres entrevistadas mostraron gran disponibilidad a compartir sus experiencias, no buscaron ocultar información y se observó que estaban positivamente conmovidas por ser escuchadas, idea que podemos entrelazar respecto a la viabilidad de futuros estudios para conocer de mejor manera su situación, a la vez de proyectos de acompañamiento psicológico que pudieran surgir.

Insistir que en todos los casos se detectó la necesidad, mayor o menor, de atención psicológica, la cual está fuera del alcance de muchas mujeres de esta región por limitaciones institucionales y los “bloqueos” familiares/tradicionales. Se considera que esto sería importante de retomarlo en futuras investigaciones para encontrar más información sobre las afectaciones a la salud mental de las mujeres, junto a posibles vías de atención en medio de sus contextos.

Aún y cuando los hallazgos encontrados en los casos analizados en la Sierra Purépecha no pueden generalizarse, sí permiten esbozar elementos clave de la dinámica de pareja en contextos migratorios en comunidades indígenas michoacanas en lo referente a la violencia de género dirigida contra las mujeres y en las reconfiguraciones del núcleo familiar a partir de ello. Se espera que esta información pueda ser de utilidad como referencia en nuevos estudios y el diseño de programas de intervención a familias en donde se presenta violencia doméstica, tal como sugirió Martínez-Ruiz et al. (2014), así como a nivel preventivo para abordar la educación para la paz y la prevención de violencia.


Referencias

Amorós, C. (1990). Violencia contra las mujeres y pactos patriarcales. En Sánchez, C. y Maquieira, V. Violencia y sociedad patriarcal. Editorial Pablo Iglesias.


Asakura, H., y Torres, M. (2013). Migración femenina centroamericana y violencia de género: pesadilla sin límite. Zona Franca. 2013(22), 75-86. https://rephip.unr.edu.ar/xmlui/handle/2133/12200


Cervantes-Pacheco, E. I., Obregón-Velasco, N., Rivera-Heredia, M. E. y Martínez-Ruiz, D.T. (2015). Manifestaciones de la violencia de género en mujeres de comunidades michoacanas con tradición migratoria.En M. Orozco Guzmán y M. E. Murueta (coord.) Psicología de la Violencia: Causas, prevención y afrontamiento. (pp. 85-98). Manual Moderno.


Chávez-Valdez, S. M., Velasco-Moreno, L. R., Esparza del Villar, A. O. y Quiroz-Chagoya, M. A. (2021). Afrontamiento socioemocional positivo, detección ya tención de violencia de género en mujeres de contextos violentos. Enseñanza e Investigación en Psicología, 3(3), 290-304. https://www.revistacneip.org/index.php/cneip/article/view/215


Consejo Estatal de Población [COESPO] (2021). Michoacán 2020-2050. Temas prioritarios en materia de población y desarrollo. https://coespo.michoacan.gob.mx/wp-content/uploads/2021/02/Michoacan-2020-2050-Final.pdf


Díaz-Barriga, E. J. y Díaz-Chávez, S. A. (2018). La permanencia de prácticas culturales en migrantes Purhépecha en Woodburn, Oregon, Estados Unidos. En M. E. Rivera Heredia y R. Pardo Fernández (coords.) Migración: Miradas y reflexiones desde la universidad (pp. 197-214). Colección del Centenario de la UMSNH. Editorial Miguel Ángel Porrúa.


Díaz-Barriga, E. J., Díaz-Chávez, S. A., y Rivera-Heredia, M. E. (2014). Cambios en el rol de la mujer indígena con esposos migrantes: Puácuaro, Michoacán. Ra Ximhai, 10(2), 43-61. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=46132726002


Expósito, F. y Moya, M. (2011). Violencia de género. Mente y cerebro, 48(1), 20-25. https://www.uv.mx/cendhiu/files/2013/08/Articulo-Violencia-de-genero.pdf


Foucault, M. (2002). Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión [Traducción de Aurelio Garzón del Camino] (2da. edición). Siglo XXI Editores.


Galindo, M. (2013). ¡A despatriarcar! Feminismo urgente. Lavaca.


Guzmán, A. (2015). Feminismo comunitario-Bolivia. Un feminismo útil para la lucha de los pueblos. Revista con la A, 80(38), 1-3. https://conlaa.com/feminismo-comunitario-bolivia-feminismo-util-para-la-lucha-de-los-pueblos/


Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI] (2021). Censo de Población y Vivienda 2020 [conjunto de datos]. https://www.inegi.org.mx/programas/ccpv/2020/


Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI]. (2022). Encuesta Nacional sobre las Dinámicas y Relaciones en los Hogares 2021 [conjunto de datos]. https://www.inegi.org.mx/programas/endireh/2021/


Janesick, V. (1998). Stretching Exercises for Qualitative Researchers. Sage Publications.


Lamas, M. (2007). Género, desarrollo y feminismo en América Latina. Pensamiento iberoamericano, 2007(1), 133-152. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2872536


Leco, C. (2013). La diáspora transnacional purépecha en Estados Unidos. Acta Universitaria, 23(1), 59-67. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=41629562006


López-Bautista, P. (2020). Hacia el empoderamiento de las mujeres Purhépecha esposas de migrantes: taller para fortalecer sus recursos personales, económicos y sociales. [Tesis de maestría, Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo]. http://bibliotecavirtual.dgb.umich.mx:8083/xmlui/handle/DGB_UMICH/3617


Marroni, G. (2004). Violencia de género y experiencias migratorias: La percepción de los migrantes y sus familiares en las comunidades rurales de origen. En Torres, M. (Comp). Violencia contra las mujeres en contextos urbanos y rurales, 195-236. El Colegio de México. https://doi.org/10.2307/j.ctv513792


Martínez-Ruiz, D.T, Obregón Velasco, N., y Rivera-Heredia, M. E. (2014). Relaciones de Género violentas en contextos migratorios: perspectivas psicosociales para su abordaje. Ra Ximhai,10(2), 17-41.


Motte-Florac, E. (2008). Santos, humores y tiempo: el clima y la salud entre los purépechas de la Sierra Tarasca (Michoacán). En Lammel, A., Goloubinoff, M. y Katz, E. (Eds.). Aires y lluvias. Antropología del clima en México. Universidad Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).


Mummert, G. (1988). Mujeres de migrantes y mujeres migrantes de Michoacán: nuevos papeles para las que quedan y para las que se van. En Calvo, T. y López, G. (Coord.). Movimientos de población en el Occidente de México. El Colegio de Michoacán.


Rendón, O., Navarro, J. y Armas E. (2013). Historia de la migración en Michoacán. Cimexus, 2(1), 53-66. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5426019


Rivera-Heredia, M. E. (2013). “Lo doloroso no sólo es que se vaya, sino el no poder vernos”: emociones que traspasan fronteras. En Leco, C. y Navarro, J. (Coord). Migraciones centroamericanas. Realidades, tendencias y desafíos. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.


Rivera-Heredia, M. E., Obregón-Velasco, N., González-Betanzos, F. y Salazar-García, M. A. (2023). Recursos psicológicos y socioculturales en comunidades rurales y migrantes en México. Vinculación hacia el bienestar psicosocial. Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación en Psicología.


Ruiz-Suárez, S. (2021). Estampas familiares de migración. En M. E. Rivera-Heredia (Coord). Superando tiempos difíciles. Cuentos y relatos sobre migración y derechos humanos (pp. 132-139). Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.


Segato, R. (2011). La estructura elemental de la violencia: ensayos sobre la violencia y el poder. Prometeo Libros.


Skate, R. (1995). The Art of Case Study Research. Sega Publications.


Entrevistas


Entrevista a Lizbeth, mujer originaria de la comunidad autónoma de Comachuén, municipio de Nahuatzen, Michoacán, México, realizada por Maricruz Rios Velázquez, julio 2 de 2023.


Entrevista a Inés, mujer originaria del municipio de Cherán, Michoacán, México, realizada por Casimiro Leco Tomás, julio 5 de 2023.


Entrevista a María, mujer originaria del municipio de Nahuatzen, Michoacán, México, realizada por Maricruz Rios Velázquez, julio 20 de 2023.


Entrevista a Guadalupe, mujer originaria del municipio de Nahuatzen, Michoacán, México, realizada por Maricruz Rios Velázquez, julio 22 de 2023.



Correspondencia

[1] La Sierra Purépecha, también conocida como Sierra Tarasca o Meseta Purépecha, no tiene una delimitación unánimemente adoptada, pero es la principal zona de arraigo de los pueblos purépechas en Michoacán; se trata de la mayor de las tres regiones que habitan, conformada por once municipios en la parte noroeste del estado. La denominación de Sierra Purépecha suele ser empleada exclusivamente para la Tierra Fría, también conocida como “verdadera Sierra Purépecha”, que abarca las áreas de mayor relieve (por encima de 2 mil metros sobre el nivel del mar) y temperaturas notablemente más bajas (Motte-Florac, 2008). Para el presente estudio es a esta subregión a la que nos referimos cuando hablamos de la Sierra Purépecha.



Maricruz Rios Velázquez. Estudiante de la Maestría en Políticas Públicas (MPP) del Instituto de Investigaciones Económicas y Empresariales (ININEE) de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). Correo electrónico: 1430963h@umich.mx  Tel: 4434652478.

* Centro Nicolaíta de Estudios Migratorios (CENIEM). Av. Solidaridad 2052, Félix Ireta, Morelia, Michoacán.
CNEIP
Mtro. Juan Grapain Contreras
Innovación y desarrollo
Copyright © 2024 CNEIP A.C. Todos los derechos reservados.
     Editorial   |  Educación continua  |  Congreso   |  Consejo Nacional