La Escala de Evaluación de las Relaciones Intrafamiliares (E.R.I.) elaborada por Rivera-Heredia y Andrade-Palos (2010) evalúa los recursos que tiene la familia, que se manifiestan en sus diferentes patrones de interacción, predominantemente en tres aspectos o dimensiones: Unión y Apoyo, Expresión y Dificultades. Existen tres versiones de este instrumento, la larga de 56 reactivos, la intermedia de 37 y la corta de 12.
Esta escala ha sido ampliamente utilizada en México y América Latina, en población de diferentes grupos de edad, contextos socioeconómicos y experiencias de vida, entre ellas la de migración. Al respecto destaca su aplicación con hijos e hijas de migrantes ya sea en jóvenes (Rivera- Heredia et al. 2019; Obregón-Velasco et al., 2022), adolescentes (Rivera-Heredia et al., 2013), o niños (Guzmán-Carrillo et. al. 2015), o en hombres y mujeres retornados (Pérez-Padilla, 2014; Pérez-Padilla y Rivera-Heredia, 2017). Sin embargo, no se han realizado estudios de invarianza de este instrumento, y menos aún se ha realizado la invarianza específicamente al contrastar a padres de familia sin experiencia de migración y a padres de familia que sean migrantes retornados, y que cuenten con hijos que sean Ciudadanos Estadounidenses, que hayan regresado junto con ellos a México, lo cual se pretende sea una aportación de la presente investigación. Los estudios de invarianza, también llamados de equivalencia, permiten identificar si los reactivos de manera individual, así como los factores que los agrupan y sus respectivas escalas en su totalidad, son percibidos de manera semejante entre los diferentes grupos en los que se contrastan, esto es importante pues permite evitar errores de sesgo (González-Betanzos et al., 2015) y es particularmente importante en los estudios transculturales (Stevanovic, 2017).
Para dar un contexto más detallado de los cambios en las relaciones familiares asociados con la experiencia migratoria del retorno, cabe mencionar que, los mexicanos en el exterior que regresan a vivir al país, (ya sea por una decisión voluntaria, o por un proceso de repatriación o deportación), frecuentemente retornan acompañados por sus hijas e hijos menores de edad, quienes en muchos de los casos nacieron en Estados Unidos, por lo que son Ciudadanos Estadounidenses (United States Citizen Children USCC). De acuerdo con el Consejo Nacional de Población et al. (2022) del total de las personas nacidas en otros países que residen en México, los ciudadanos estadounidenses ocupan el primer lugar, abarcando el 64.3 del total, y tienen como característica que su edad promedio es menor a los 20 años, encontrándose el mayor porcentaje de esta población en el rango de los 10 a los 14 años.
Al respecto, el Departamento de Estado de los Estados Unidos (2022) estima que alrededor de 1.6 millones de ciudadanos estadounidenses de todas las edades viven en México. Del mismo modo, los registros escolares mexicanos sugieren que más de medio millón de niños ciudadanos estadounidenses residen en México con sus padres migrantes (Dang & Thornton, 2022) que ya se encuentran de regreso.
Estos niños y niñas ciudadanos estadounidenses con frecuencia provienen de hogares que cuando radicaban en Estados Unidos tenían integrantes con estatus migratorios mixtos, donde uno o ambos padres se encontraban en situación de indocumentación, así como alguno de sus hermanos o hermanas, pero había también miembros de la familia ciudadanos estadounidenses (Gulbas & Zayas, 2017). Y es que los padres migrantes mexicanos indocumentados en los Estados Unidos, enfrentan la posibilidad constante de ser deportados (Hazan, 2014; Zayas et al., 2023).
La detección, arresto y deportación puede darse como resultado de encuentros menores con la policía, como una parada de tránsito, una revisión de rutina, un aviso anónimo a la policía o al Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (Immigration and Custom Enforcement ICE), o en su defecto, como resultado de un delito grave o de un delito menor. El temor parental de ser detenidos y luego repatriados se extiende a sus hijos, ya sea que también sean indocumentados o hayan nacido en los Estados Unidos y, por lo tanto, tengan la ciudadanía por derecho de nacimiento (Barajas-González et al., 2021). Ellas y ellos pueden quedarse en Estados Unidos, pero de ser así, lo harían separándose de sus padres, por lo que, por lo general, les acompañan en su retorno a México.
A partir del endurecimiento de las políticas migratorias estadounidenses, el número de deportaciones y repatriaciones se incrementa año con año (Conapo et al., 2022; Pérez-Padilla, 2014; Hazán, 2014). Es así que, los registros del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (2022), indican que desde 2012, un total de 2,137,748 inmigrantes mexicanos han sido deportados. El estatus migratorio de los padres, las amenazas de deportación y la detención y la consiguiente repatriación de los padres trae consigo efectos adversos en las niñas y niños ciudadanos estadounidenses, así como en sus padres (Gulbas et al. 2016; Gulbas & Zayas, 2017; Zayas et al., 2017; Zayas et al., 2023; Fuentes-Balderrama et al. 2022), además de impactar a otros familiares y amigos (Barajas-González, et al,. 2021).
A su vez, el retorno de las familias migrantes implica fuertes retos para las comunidades de acogida que tienen la tarea de recibir e integrar a quienes regresan a casa (Pérez-Padilla, 2014; Rivera- Heredia et al., 2022; Vargas, 2018). Si bien la experiencia de deportación y reubicación en México está acompañada de múltiples situaciones estresantes, tanto los padres como los hijos reportan que están recibiendo algo que no habían experimentado antes, o al menos no en mucho tiempo, la convivencia y el apoyo de la familia extendida (Curintzita-López & Valle-Ortiz, 2023; Zayas, 2023; Pérez-Padilla, 2014), la cual, en la mayoría de las ocasiones proporciona recursos monetarios, emocionales y personales, así como una red de apoyo para ayudarlos a reconstruir sus vidas, por lo que aunque el retorno a México trae consigo estrés, para algunas familias trae también nuevas oportunidades.
Dado que la salud mental de los padres afecta el bienestar de los hijos (Roche et al., 2020), la salud mental de los adultos deportados afectará a los USCC que los acompañen a México. Después de largas temporadas de su vida en Estados Unidos, algunas familias retornadas tienen desactivadas sus redes de apoyo en México o incluso llegan a carecer de ellas, por lo que pueden enfrentar rechazo o discriminación por parte de otros mexicanos y se convierten en víctimas fáciles de los delincuentes (Horyniak et al., 2017). Después de perder amigos, familiares y sus trabajos en los Estados Unidos, aquellos que retornaron por una deportación en ocasiones expresan sentirse fracasados, por lo que su poco sentido de pertenencia con la sociedad mexicana y la baja probabilidad de una adecuada reinserción laboral, aumentan el riesgo de problemas de salud mental, entre ellos, las adicciones, ansiedad, síntomas depresivos e incluso ideación suicida (Horyniak et al., 2017; Orozco et al., 2017: Roche, 2020).
Y es que, el retorno, ya sea voluntario o forzado, trae consigo importantes retos de adaptación para el sistema familiar y sus demás contextos en interacción, es decir, tanto para los padres como para sus hijos, la familia extensa y las comunidades de acogida, así como para las autoridades gubernamentales que brindan servicios para la integración laboral o educativa (Curintzita-López & Valle-Ortiz, 2023; Hazán, 2014; Pérez-Padilla, 2014; Vargas, 2018), por lo que es necesario prestar atención a la salud mental de los diferentes integrantes de la familia (Rivera-Heredia, et al., 2022), especialmente en los siguientes indicadores: relaciones intrafamiliares, sintomatología depresiva y ansiosa, así como las redes de apoyo social.
Si bien hay investigación con respecto a las condiciones psicosociales y emocionales de las familias retornadas, tanto de manera voluntaria como forzosa (tras una repatriación o deportación), o en torno a la decisión de reubicarse voluntariamente, sigue existiendo la necesidad de identificar fortalezas y recursos familiares preexistentes en las familias retornadas o que justo los desarrollan ante las adversidades asociadas con el retorno, esto con la finalidad de implementar a mediano plazo, intervenciones basadas en evidencia que sean sustentables para estas familias y sus contextos inmediatos y que cuenten con las adaptaciones culturales adecuadas (Parra-Cardona et al., 2019, 2021). Para ello, es necesario conocer cómo se encuentran los padres de familia tanto en indicadores de salud mental, como respecto a sus relaciones intrafamiliares y apoyo social, identificando las características específicas de los patrones de respuesta de las y los retornados, por lo que se requiere contrastar a quienes retornaron con aquellos padres y madres que han permanecido en su país sin haber migrado.
Las mencionadas necesidades de investigación e intervención traen consigo los retos de contar con adecuados instrumentos de medición que sean confiables y válidos tanto con padres de familia que radican en México y no han tenido experiencia migratoria, como con padres de familia que han vivido fuera del país durante muchos años, y actualmente están de regreso. Al respecto, la Escala de Evaluación de las Relaciones Intrafamiliares (ERI) (Rivera-Heredia y Andrade-Palos, 2010), ha sido ampliamente utilizada con adultos mexicanos (Obregón Velasco et al., 2022; Rivera- Heredia et al. 2019; Orozco-Orozco et al., 2023; Pérez-Padilla & Rivera-Heredia, 2017; Pérez-Padilla et al. 2020), así como con niños (Guzmán-Carrillo et al., 2015) sin embargo, aún no se cuenta con información sobre la validez, confiabilidad e invarianza de esta escala con padres mexicanos que han vivido en Estados Unidos y que enfrentaron migración por retorno.
Propósito del estudio
Esta investigación tuvo como propósito el medir las propiedades psicométricas de la Escala de Relaciones Intrafamiliares (ERI) con padres de familia de USCC que fueran migrantes retornados de los Estados Unidos a México, así como con padres de familia que no tuvieran experiencia migratoria. Una vez que se contaran con evidencias de validez de constructo, consistencia interna e invarianza, se buscaron evidencias de validez convergente entre los constructos de la ERI y la sintomatología depresiva y ansiosa, así como al apoyo social percibido.
Método
Participantes
Participaron un total de 189 familias, de las cuales 92 habían retornado a México y tenían un hijo o hija ciudadano americano (USCC). El motivo del retorno podría haber sido por una relocalización forzosa a causa de una deportación (n = 28, 30.42% de las familias retornadas) o mediante un retorno voluntario, así como 97 familias mexicanas que no habían migrado. La mayor parte de ellas viven en el Estado de México y en el estado de Michoacán (ver Tabla 1).
Procedimiento
Dadas las limitaciones de salud a raíz de la pandemia global por COVID-19, se implementó una estrategia de recolección de datos virtual para garantizar la seguridad de los participantes y recolectores de datos. Por medio de un muestro por bola de nieve desde la primavera del 2020 hasta el otoño del 2022, se reclutaron díadas conformadas por madre/padre -hija/hijo de migrantes deportados, así como de familias con hijos reubicadas de Estados Unidos a causa de un retorno voluntario.
Los criterios de inclusión para las familias retornadas fueron los siguientes: (1) Los hijos/hijas debían ser ciudadanos americanos, hijos de padres mexicanos, (2) debieron de haber cursado al menos dos ciclos escolares en los Estados Unidos antes de la reubicación familiar, (3) los hijos/hijas debían tener entre 10 y 19 años, y (4) el retorno había ocurrido hacía menos de diez años. El único criterio de inclusión para las familias en México fue que tuvieran un hijo o hija entre 10 y 19 años. El estudio fue aprobado por la junta de revisión institucional de la Universidad de Texas en Austin.
Tras el primer contacto con los reclutadores, los padres completaron un instrumento de evaluación que sirvió como tamizaje inicial, con 20 preguntas para determinar su elegibilidad. El equipo de investigación revisó los filtros para confirmar la elegibilidad y posteriormente contactar a las familias seleccionadas para invitarles a participar y proporcionarles una forma de consentimiento informado. Al recibir el consentimiento ya firmado por los padres, se les envió un vínculo electrónico con acceso a la batería de evaluación y una encuesta sociodemográfica adicional. En algunos casos la aplicación se realizó de manera presencial, utilizando cuestionarios impresos, que posteriormente se capturaron en el formato electrónico. En el caso de los padres sin migración familiar, la mayor parte de ellos se localizó en centros educativos, tanto de zonas rurales como urbanas, dentro del estado de Michoacán.
Instrumentos
Relaciones Intrafamiliares. La versión corta de la Escala de Evaluación de las Relaciones Intrafamiliares (ERI) es un auto reporte de 12 ítems (e.g. Mi familia es cálida y nos brinda apoyo) desarrollado por Rivera-Heredia y Andrade-Palos (2010). Presenta una estructura latente de tres factores: Unión y apoyo, Expresión y Dificultades. La ERI se responde utilizando una escala tipo Likert de cinco puntos que va desde de 1 = “Totalmente en desacuerdo” a 5 = “Totalmente de acuerdo” y en su versión original mostró una consistencia interna total aceptable (ω = 0.79).
Síntomas Depresivos y Ansiosos: El Inventario Breve de Síntomas-18 (i.e., BSI-18 por sus siglas en inglés) es una versión abreviada del BSI original de 53 elementos desarrollado por Derogatis y Melisaratos (1983). Se trata de un auto reporte con 18 ítems (e.g. Sentirse solo(a)) que se responden utilizando una escala tipo Likert de cinco puntos que va desde 1 = “No” a 5 = “Extremadamente”. Los ítems se agrupan en tres factores: Somatización, Depresión y Ansiedad. El BSI-18 es un instrumento que ha demostrado alta consistencia interna y validez de constructo con migrantes latinos de primera generación (Torres et al., 2013). Sólo se utilizaron los últimos dos factores que presentaron alta consistencia interna (Depresión con seis ítems ω = 0.84, así como Ansiedad con cuatro ítems ω = 0.82).
Apoyo Social: La Escala de Apoyo Social para Adultos (EAS) es un auto reporte de 21 ítems (e.g. Cuento con al menos una persona que se preocupa por mi bienestar) desarrollado y validado en población mexicana por Palomar-Lever et al. (2013). Los ítems se responden utilizando un Escala tipo Likert de cuatro puntos que van de 1 = “Totalmente en desacuerdo” a 4 = “Totalmente de acuerdo”. La escala en su totalidad se divide en tres factores (i.e., Apoyo Social, Apoyo Familiar y Apoyo de Amigos) pero para esta investigación, sólo se utilizó el factor Social que consta de doce reactivos y presentó una alta consistencia interna (ω = 0.96).
Análisis de datos
Como análisis preliminar, se examinaron los ítems de las escalas para determinar si seguían una distribución univariada aproximadamente normal. Posteriormente se calculó el ajuste al modelo para cada una de las escalas usando la muestra completa. Dados los resultados, se segmentó la muestra total de manera aleatoria en dos mitades (n1 = 94, n2 = 95). La primera mitad se utilizó para llevar a cabo un Análisis Factorial Exploratorio (AFE) en los ítems de la ERI y la segunda mitad para un Análisis Factorial Confirmatorio (AFC) a la solución obtenida, así como un análisis de invarianza entre padres de familia mexicanos con y sin migración de retorno. En tercera instancia, se utilizó la muestra total para desarrollar un modelo de ecuaciones estructurales con la finalidad de proveer evidencias de validez convergente para la ERI. Finalmente, se llevó a cabo un MANCOVA para comparar los promedios de las variables entre los dos grupos, utilizando el sexo y la edad como covariables y un ajuste de Sidak para comparaciones múltiples de medias marginales estimadas.
El AFE se llevó a cabo siguiendo los siguientes criterios: Una medida de adecuación muestral KMO superior a .7, una matriz de correlaciones policóricas significativamente distinta a una matriz de identidad (i.e. Una prueba de Esfericidad de Bartlett significativa); se determinó el número de factores a extraer utilizando el análisis paralelo de Horn, se utilizó una extracción por Ejes Principales dada la naturaleza ordinal de las escalas tipo Likert y se suprimieron ítems con comunalidades y cargas factoriales menores a .4 (Lloret-Segura, 2014). El AFC y el modelo se estimaron utilizando matrices policóricas y el estimador robusto a la no normalidad multivariada Mínimos Cuadrados Ponderados Media y Varianza (WLSMV). El ajuste absoluto al modelo se determinó utilizando el estadístico chi cuadrada (χ2), donde un valor no significativo indica ajuste absoluto entre el modelo teórico y el observado; los índices de ajuste cercano (CFI) y Tucker-Lewis (TLI), donde valores por arriba de 0.95 indican un excelente ajuste; así como el Error Cuadrático Medio de Aproximación (RMSEA) y el Residual Promedio Estandarizado (SRMR), donde valores menores a 0.08 reflejan niveles aceptables de error (Byrne, 2013; Kline, 2023), se probó la invarianza de los modelos utilizando el cambio de ajustes absolutos (i.e., Δχ2). Los análisis se llevaron a cabo en Rstudio 4.2.2. con los paquetes MVN, psych, lavaan, semTools y semPlot.
Resultados
Utilizando la muestra completa, los ítems de los instrumentos siguieron una distribución univariada aproximadamente normal dado que presentan estadísticos Shapiro-Wilk significativos, pero valores de sesgo y curtosis muy por debajo de los puntos de corte que sugerirían la necesidad de transformar los datos (Sesgo<|2| y curtosis <|6|) (Kim, 2013). La muestra total no presenta normalidad
multivariada cuando se prueban los coeficientes de Mardia, por lo cual se utilizó un estimador y errores estándar robustos en los Análisis Factoriales Confirmatorios (AFC) (MCurt = 53.36, p < .001; MSesgo
= 15375.51, p < .001). Los AFCs de los tres instrumentos originales muestran un muy buen ajuste cercano para ambos factores del BSI-18, así como para el factor Apoyo Social, varianzas latentes y cargas factoriales significativas, así como una alta consistencia interna global (ver Tabla 2).
En el caso de la ERI original se obtuvo un ajuste pobre, con varianzas latentes y cargas
factoriales significativas, pero con un alto nivel de error debido a una alta correlación entre el factor Unión y Apoyo con el factor Expresión (r = 0.98). Al intentar poner a prueba la invarianza del modelo entre padres mexicanos con y sin migración de retorno, la matriz de covarianza obtuvo una solución no positiva definitiva, lo cual confirmó la necesidad de reestimar la estructura latente de la ERI hacia una nueva configuración de ítems más estable. La submuestra aleatoria para el AFE tampoco mostró normalidad multivariada (MCurt = 13.90, p < .001; MSesgo = 1010.10, p < .001), pero todos los ítems seguían una distribución univariada aproximadamente normal dados los valores de sesgo y curtosis. La submuestra presentó adecuación muestral (KMO = .89) y una matriz de correlaciones policóricas factorizable (Bartlettχ2(66) =1217.69, p < 0.001). El análisis paralelo de Horn arrojó una solución bifactorial, donde los ítems de los factores Unión y Apoyo y el factor Expresión estaban combinados. Ningún ítem fue eliminado, dado que alcanzaron valores de comunalidades y cargas factoriales mayores a los puntos de corte (i.e. h2 > .4, λ >.4). Esta misma solución factorial fue puesta a prueba utilizando la segunda submuestra que, aunque tampoco alcanzó la normalidad multivariada (i.e., MCurt = 18.67, p < .001; MSesgo = 1171.82, p < .001), se encontró que los ítems seguían distribuciones univariadas aproximadamente normales.
Se puso a prueba la nueva solución factorial (o ERI modificada) con la submuestra del AFC y esta alcanzó un ajuste absoluto (χ2(53) =59.05, p=0.26, CFI=0.99, TLI=0.99, RMSEA= 0.03 [0.000 – 0.078], SRMR=0.06). Esto constata la validez de constructo de la nueva solución factorial por encima de la original. Para probar la invarianza de la ERI modificada, se incorporó esta nueva estructura y se reestimó el modelo utilizando la muestra total (ver Tabla 2).
Si bien la estructura factorial de la ERI modificada alcanzó un ajuste absoluto, al momento de poner a prueba la invarianza entre los grupos de padres mexicanos con y sin migración de retorno, sólo logra la invarianza configural, pues las cargas factoriales de los ítems 4 y 8 (i.e., 4. Mi familia es cálida y nos brindamos apoyo, 8. Mi familia me escucha) presentaron asociaciones diferentes en los grupos. El ítem 4 recibió un efecto significativamente mayor del factor uno en los retornados (λ = .86 vs. λ = .78) y el ítem 8 presentó un mayor efecto del factor en los padres sin migración (λ = .90 vs. λ = .79). Esto resultó en una tercera variación de la ERI que suprime los ítems 4 y 8 y mantiene la solución bifactorial. La tercera iteración del instrumento (llamada ERI invariante) obtiene un ajuste absoluto en toda la muestra y cuando se segmenta en los grupos con y sin migración de retorno, muestra la misma configuración de ítems, mismas cargas factoriales, mismos umbrales, mismos residuales, así como mismas correlaciones estructurales entre factores en ambos grupos. Presenta invarianza métrica (configural – métricaΔχ2( 8) = 14.58, p = 0.07), escalar (métrica – fuerteΔχ2( 28) = 10.02, p = 0.99), estricta (fuerte - estrictaΔχ2(28) = 10.01, p = 0.98) y estructural (estricta – estructuralΔχ2(3) = 5.99, p = 0.11). La escala total presenta una alta consistencia interna (ω =0.85), el factor Unión y Apoyo Familiar también reporta una buena consistencia interna (ω = 0.85), mientras que el factor Dificultades Familiares presenta una consistencia aceptable (ω = 0.66).
Una vez conseguida la evidencia de invarianza para la tercera iteración y nueva propuesta de la ERI, esta nueva configuración se incluyó en un modelo de ecuaciones estructurales donde los factores se correlacionaron con las dimensiones latentes de síntomas depresivos y ansiosos, así como con el apoyo social. El modelo obtuvo un ajuste cercano, lo cual indica que es una representación confiable de las asociaciones entre variables para esta población (ver Tabla 2). Las correlaciones indican que el factor Unión y Apoyo Familiar de la ERI invariante se asocia de manera positiva con el apoyo social (r = 0.68), y a su vez se asocia de manera negativa con los síntomas depresivos y con el factor Dificultades Familiares (r = -0.52). Por su parte, el factor Dificultades Familiares se asocia de manera positiva con ambas sintomatologías, así como con el apoyo social (ver Figura 1).
Dado que las subescalas presentaron una normalidad univariada aproximada y se encontró una desviación de la homocedasticidad de covarianza (Box M F (15, 135765) = 64.75, p =.000), se utilizó el estadístico de prueba multivariada robusta Traza de Pillai (V=.55, F (5, 178) = 2.26, p = 0.05, η2
= .05), el cual identificó un contraste de medias significativo entre padres con y sin migración de retorno en la serie de ANCOVAs llevados a cabo sobre las variables dependientes. Los ANCOVAs de seguimiento solamente encontraron una diferencia estadísticamente significativa entre los grupos para el factor Unión y Apoyo de la ERI, donde las familias retornadas presentaron un mayor nivel a comparación de las familias sin migración de los padres (F (1, 182) = 5.88, p = .016, η2 = .03) (ver Tabla 3).
Discusión
Este artículo buscó examinar las propiedades psicométricas de la Escala de Relaciones Intrafamiliares en una muestra de padres mexicanos con y sin migración de retorno, tomando en cuenta que quienes fueron migrantes tienen hijos que son ciudadanos estadounidenses que regresaron a México junto con sus padres con quienes han compartido las tensiones asociadas con la movilidad de un país a otro, ya sea de manera voluntaria, o forzada, debido a la repatriación de por lo menos uno de los padres. Mientras que los padres que no han sido migrantes no han tenido las experiencias anteriormente mencionadas. Ambos grupos de padres participaron en el estudio durante la pandemia por
COVID-19, ello puede explicar la semejanza en la sintomatología ansiosa y depresiva, así como en la percepción de dificultades familiares, y la percepción de apoyo social en ambos grupos, puesto que este fenómeno generó diversos impactos en materia de salud mental y movilizó a las redes de apoyo social de manera global en las familias que se encontraban en ese momento histórico en territorio mexicano (Betancourt-Ocampo, et al. 2021; Melero et al., 2021).
Los resultados del presente estudio señalan que fue necesario modificar la estructura original de la ERI para esta muestra, dado que los factores de Unión y Apoyo, y el de Expresión se encontraban altamente correlacionados, lo cual coincide con el análisis realizado por Castro Castañeda et al. (2021). La nueva estructura factorial encontrada conglomeró los ítems del factor Unión y Apoyo con aquellos del factor Expresión, obteniéndose adecuadas propiedades psicométricas para toda la muestra, incluso una mayor consistencia interna que la versión invariante.
Desafortunadamente, no alcanza la invarianza métrica dado que los ítems de calidez y apoyo familiar, así como el de la escucha de la familia presentaron cargas factoriales dispares para ambos grupos. Las cargas factoriales indicaron que para los padres que no habían sido migrantes, la Unión y el Apoyo familiar se asocian de mayor manera con ser escuchados por su familia, mientras que, para los padres retornados, es más importante la calidez entre sus miembros y el sentirse apoyados. Esta diferencia entre los grupos puede dar luz a confirmar la necesidad de desarrollar programas de acompañamiento psicosocial para los familiares que reciben a migrantes retornados, así como a sus respectivas comunidades de acogida, para que puedan dar una recepción a las familias que contribuya a favorecer la sensación de que son bienvenidos (Rivera-Heredia et al., 2022)
Una vez conseguida la evidencia de invarianza para la ERI, esta nueva configuración se incluyó en un modelo de ecuaciones estructurales donde los factores se asociaron con las dimensiones latentes de Síntomas Depresivos y Ansiosos, así como con el Apoyo Social. El modelo obtuvo un buen ajuste cercano, lo cual indica que es una representación confiable de las asociaciones entre las variables para esta población.
Las correlaciones muestran que el factor Unión y Apoyo Familiar de la ERI invariante se asocia de manera positiva con el Apoyo Social, y a su vez se asocia de manera negativa con los Síntomas Depresivos y con el factor de Dificultades Familiares. Por su parte, este último factor de Dificultades Familiares se asocia de manera positiva con ambas sintomatologías, y de forma negativa con el Apoyo Social (ver Figura 1).
Una vez alcanzada la invarianza estructural, se concluye que esta configuración de la ERI es equivalente entre ambos subgrupos, lo que permite confirmar su pertinencia cultural y sus posibilidades de uso a nivel transcultural (Stevanovic, 2017).
El modelo de ecuaciones estructurales que se puso a prueba, en donde se integran indicadores de salud mental, como Sintomatología Depresiva y Ansiosa, y Apoyo Social, por su parte, indica que la Unión y Apoyo, y el Apoyo Social se asocian de manera significativa con la sintomatología depresiva (a menor Unión y Apoyo, mayor Sintomatología Depresiva), así como con el Apoyo Social (a menor Unión y Apoyo, menor Apoyo Social). Las Dificultades Familiares también presentan asociaciones de tipo negativo, en este caso con el Apoyo Social y con ambas sintomatologías. Estos resultados son consistentes con investigaciones anteriores (Pérez-Padilla, 2014; Rivera-Heredia y Andrade-Palos, 2006).
Finalmente, nuestra hipótesis de comparación de medias entre grupos se sustenta de manera parcial, pues sí se encontró una diferencia significativa en los niveles reportados de Unión y Apoyo familiar entre ambos grupos. Sorprendentemente, los padres y madres de familias retornadas reportaron una mayor Unión y Apoyo y un mayor Apoyo Social en sus familias, a comparación de los padres que no habían migrado a Estados Unidos.
Si bien se trabajó con padres y madres retornados, la razón del retorno también podría estar asociada con los resultados encontrados, por lo cual se pone de manifiesto que es necesario continuar con esta línea de investigación para poder conseguir evidencias de validez en familias retornadas de manera voluntaria y contrastarlas con aquellas familias cuyo retorno fue forzado por la detención y consecuente deportación (Zayas et al., 2023).
Este estudio se enfrentó a las limitaciones del sesgo del auto reporte, pese a la estrategia de aplicación virtual; asimismo, posiblemente también se haya presentado sesgo en las respuestas derivado de la deseabilidad social. Independientemente de la aplicación de los cuestionarios, también vale la pena recalcar que el tamaño de la muestra es reducido, y esto se debe a la dificultad de encontrar y reclutar a las familias retornadas durante el confinamiento por la pandemia y porque muchos padres de familia se encontraron en áreas remotas y de difícil acceso. Si bien se intentaron contrarrestar las limitaciones de la muestra por medio de una segmentación aleatoria, es posible que las asociaciones observadas no sean generalizables a todas las familias retornadas de Estados Unidos a México, por lo cual estos resultados se deben interpretar con precaución.
A partir de lo anterior, cabe la reflexión de que los procesos migratorios, tanto de ida como de regreso, ponen a prueba a las familias y movilizan sus recursos, hecho que puede explicar el porqué las familias con migración de retorno presentaron mayores puntuaciones en Unión y Apoyo familiar. Estos resultados son semejantes a los señalados por Guzmán-Carrillo et al. (2015) al encontrar puntaciones más altas en los recursos familiares en niños hijos de migrantes que en aquellos niños cuyos padres no eran migrantes.
Lo que se explica por los procesos de cuidado y protección familiar que se activan al ver a sus integrantes en condiciones de desventaja y con necesidades de que la familia se organice y les brinde mayor apoyo, procesos que, con estos resultados, podemos dar evidencia de que están ocurriendo. De igual manera, Pérez Padilla (2014) y Pérez-Padilla y Rivera-Heredia (2017) encontraron mayores recursos psicológicos en los migrantes retornados que en sus respectivas familias que no habían cruzado la frontera. Y es que la movilización humana, en sí misma genera aprendizajes, y el enfrentar problemas y superarlos fortalece la resiliencia.
Conclusiones
La variación de la Escala de Relaciones Intrafamiliares que se presenta en este artículo presenta adecuadas propiedades psicométricas y puede ser usada en familias mexicanas sin experiencia de migración, así como en familias mexicanas que han radicado en Estados Unidos y retornan a México. Estos hallazgos resaltan cómo las relaciones intrafamiliares pueden actuar como factores de protección ante los síntomas depresivos y ansiosos tanto en padres con y sin migración de retorno.
A futuro, se requiere ampliar el trabajo de investigación para determinar los mecanismos a través de los cuales los recursos familiares pueden asociarse con el bienestar psicológico parental en familias de retorno voluntario y en aquellas deportadas, pero ahora en condiciones de regularidad, pues ya ha pasado el periodo de pandemia. De igual manera, en las circunstancias actuales se requiere evaluar los indicadores de salud mental tales como depresión, ansiedad y apoyo social.
No obstante, con los resultados actuales se confirma cómo, en general, las familias mexicanas movilizan sus recursos familiares de Unión y Apoyo ante los migrantes retornados, cuando estos tienen la fortaleza de mantener lazos con sus respectivas familias, lo cual, tal como lo mencionaban Horyniak et al. (2017), no es la constante en todos los casos, por lo que las redes de apoyo social y comunitarias, así como las instancias gubernamentales requieren brindar respuestas eficaces de contención y apoyo para los migrantes retornados en general, y especialmente para quienes regresan con mayores niveles de vulneración como el no contar con lazos familiares, ni de amigos u otra fuente de apoyo social, en sus comunidades de origen, o en los lugares donde decidieron asentarse al regresar.
Financiamiento
Este proyecto fue financiado el National Institute of Child Health and Human Development (Instituto Nacional de Salud de la infancia y Desarrollo Humano) otorgado a Luis H. Zayas (NICHD, R21 HD098451-01).
Agradecimientos:
Agradecemos el invaluable apoyo de las y los estudiantes de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo que contribuyeron en el trabajo de campo y, en especial el liderazgo de Maricarmen Rodríguez Dimas.